A finales de la década de los 40, Roger Schuler llegó al Perú de su natal Suiza tras la agitación de la Segunda Guerra Mundial. Se asentó en Chaclacayo e hizo un corral de pollos de granja, pero cuando este no rindió los frutos que esperaba decidió matar a los animales y venderlos en una parrillada. El inesperado éxito dio luz verde a un nuevo negocio: adaptar el pollo al spiedo, un plato europeo que asa la carne haciéndola girar bajo una fuente de calor, y hacerlo el principal atractivo de su nuevo restaurante.
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