Francis Kéré parecía ser un niño más de Burkina Faso, cuyo aprendizaje escolar no se dio en las aulas ni las condiciones adecuadas. Sin embargo, fue el primero de su pueblo en aprender a leer. Por eso, cuando se convirtió en arquitecto, tuvo una fuerte misión: hacer de sus obras, soluciones tangibles a los problemas de su comunidad. ¿Pero cómo si solo era un alumno de arquitectura becado en Berlín?