Después de pasar una infancia acompañando a su madre a sus clases de cocina y encargándose de los almuerzos familiares los fines de semana, Flor Rey tenía claro que eso era lo suyo. Primero estudió nutrición, pero cuando se dio cuenta que no veía sus días detrás de un escritorio decidió dedicarse a la gastronomía.
“Mi profesor de enología me preguntó si quería ser sommelier. En ese momento, la carrera era muy nueva y, si mis papás se habían contrariado con la gastronomía, no quería imaginar lo que me dirían con otro cambio de planes, pero me apasionaba muchísimo el tema”, recuerda.
Lo que sí pudo hacer fue participar en distintos eventos de vinos, donde servía las bebidas mientras escuchaba las charlas. A medida que su curiosidad por el tema crecía e iba conociendo cada vez más del rubro, el vino tomaba fuerza en el país. Al no poder imaginar un mejor escenario, se inscribió en la Escuela Argentina de Sommeliers.
Mientras buscaba juntar sus horas de prácticas, leyó una nota sobre un empresario gastronómico peruano que planeaba abrir un restaurante en Buenos Aires. Poco después vio el anuncio de trabajo, postuló y entró a Astrid & Gastón como capitana de sala. “Al año siguiente un sommelier se fue y surgió la oportunidad de convertirme en asistente de sommelier. Ese fue mi arranque y nunca más paré”.
Una mujer en la cocina
En 2011 llegó al Perú y, después de pasar por Mayta y Central, se convirtió en la head sommelier de Maido. “Hay algo que ocurre en todos lados, pero aquí sucede más: que un cliente pregunte por el sommelier y no entienda a la primera que ese puesto lo tengo yo. Me ha pasado a mí y también a las chicas con las que he trabajado, tenemos que recordarles que aquí estamos”, apunta.
Para Rey, su sentido del humor le ha hecho más llevaderas estas experiencias, pero no pierde de vista la importancia de su lugar dentro de un mundo considerado todavía muy masculino. Añade que siempre le gusta tener a mujeres en sus equipos de trabajo y que le encantaría ver a más mujeres en el sector.
“En mis 11 años aquí he visto a muy poquitas mujeres en las salas, he tenido a chicas brillantes trabajando conmigo que optaron por desarrollar su carrera fuera”, agrega.
Maridaje y gastronomía
Para Rey, haber estudiado cocina ha sido fundamental en el desarrollo de su carrera. “A la hora que trabajo mis maridajes conozco también lo que viene en el plato y puedo desmenuzar los componentes de los alimentos, las interrelaciones de los ingredientes”, señala.
Además, asegura que los comensales se muestran mucho más receptivos ante las sugerencias de los sommelier en los últimos años, lo que le permite fluir con su creatividad para dinamizar su carta de vino o jugar con nuevas bebidas, como sake, cervezas o fermentos. “Veo mi meridaje como una armonía líquida, y para desarrollarlo es esencial la retroalimentación de los comensales”.
Aunque logros como el premio Summun a la mejor sommelier y al mejor servicio que comparte con el equipo de Maido revalorizan el trabajo que la argentina viene desarrollando en nuestro país, ella no duda en señalar que su más grande satisfacción profesional es poder dedicarse al servicio, la restauración y descubrirle el universo del vino a sus comensales.