Mercedes Franco, presidenta del directorio de Caja Piura, aprovecha el trabajo híbrido para vivir entre Piura y Lima. En una ciudad está su trabajo y su hogar, en la otra están sus cuatro hijos. “Antes de la pandemia estaba casi siempre en Piura, pero la virtualidad me ha permitido acompañar más a mi familia”, sostiene.
¿Cuál ha sido su mayor reto como profesional?
Creo que poder adaptarme a los cambios. He trabajado en la parte administrativa de instituciones educativas, en organizaciones comerciales y también asumí la gerencia de la Beneficencia de Piura, que es una entidad de servicio. Sin embargo, fue mi experiencia en Cofide la que me acercó a lo que más me apasiona: trabajar con microempresarios y mujeres emprendedoras.
¿Es su vocación el crecimiento empresarial?
Sí, y en la Caja pude desarrollar más esa faceta. Mi mayor satisfacción profesional es ver que, a través del trabajo en equipo, no solo crecen las personas que pertenecen directamente a la organización, sino también nuestros clientes.
¿Cuál es la principal cualidad que busca en sus colaboradores?
Por lo mismo que solemos ser el primer vínculo entre un empresario y una entidad financiera, es muy importante que la gente que trabaje conmigo sea cálida y empática. En este sector es clave la vocación de servicio porque no solo financiamos a las personas, sino que las acompañamos y capacitamos en todo el proceso.
¿Cuál es su propósito como líder?
Por el lado más técnico, te diría que mi meta es ir hacia donde nos lleva el mercado: ser una caja digital. Pero mi mayor ambición como líder es seguir consolidando nuestro ambiente laboral como un espacio de confianza y que mi equipo esté permanentemente incentivado a superarse.
¿Qué siente que haga falta para que más mujeres ocupen altos cargos?
Creo que en los últimos años hemos ido ganando espacios que antes nos eran ajenos, pero queda todavía trabajo por hacer. La carga familiar es un tema clave, es importante que tanto hombres como mujeres se involucren en las tareas domésticas y en mantener el hogar para que la mujer tenga más oportunidades de desarrollarse como profesional.
¿El escenario ha cambiado mucho desde que inició su carrera profesional?
Lo que se decía cuando estudiaba en la universidad era que las mujeres estábamos quitándole a los hombres un espacio que era suyo. Que nosotras íbamos solo a perder el tiempo, que estudiar no era más que un hobby hasta que nos pudiéramos casar. Felizmente hemos desterrado ese pensamiento.
¿Son diferentes las responsabilidades que una mujer enfrenta al desarrollar su línea de carrera?
Por supuesto. Cuando mi hermana fue la primera asesora de negocios en el banco en el que trabajaba, le dijeron: “De tu desempeño depende que confiemos en las demás”. Era un constante demostrar que podemos, pero creo que parte del terreno ya lo hemos allanado.
¿Qué disfruta hacer en su tiempo libre?
Entre mi trabajo, mis cuatro hijos y una familia numerosa, nunca tuve mucho tiempo para desarrollar mis pasatiempos (ríe). Como mi centro es mi familia, heredé de mi mamá el tejido, y es una alegría regalarles a mis hermanas prendas hechas por mí.