Desde hace ocho meses, Luis Palenque, director general de 3M para la región andina, dirige las operaciones de Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia y Paraguay desde su casa. Viajar tanto antes era desgastante y ahora puede estar en cinco ciudades en un solo día, gracias a las reuniones virtuales. De hecho, a pesar de ser un creyente del liderazgo presencial, ahora considera posible mantener un equipo motivado a pesar de la distancia.
¿Cómo ha sido adaptarse al trabajo desde casa?
Como ya teníamos políticas de flexibilidad para que los empleados trabajen desde casa en ciertas circunstancias o simplemente porque necesitaban concentrarse, ya llevábamos una ventaja en manejar esta cultura de confianza.
¿Qué otras prácticas son esenciales en estos tiempos?
Hacemos conversatorios con los colaboradores y sus familias para aclarar sus dudas. También brindamos sesiones de yoga, bailoterapia, cocina, asesoramiento sicológico, etcétera. Y habilitamos los ítems ergonómicos necesarios para que el trabajo desde casa sea cómodo. Esta crisis pone a prueba la cultura y los valores que cada compañía dice tener.
¿Es de los jefes que dice estar delante o detrás de su equipo?
Diría que con el equipo. Algunas veces necesitas ser líder y tomar decisiones, mientras que otras ser trabajador y remangarte la camisa. Así me considero. Por eso, la cultura de fácil acceso es lo que me caracteriza.
¿Eso qué implica?
En el trabajo presencial no me gustaba mucho estar en la oficina, prefería pasear por los pasillos conversando con la gente, saber sus temas pendientes. Tampoco me gustaba hacer las reuniones en la sala de directorio porque todo es muy jerárquico.
¿Y cuál es su debilidad?
Tengo dos: la organización y la prioridad. Sigo trabajando en ello. Me considero una persona muy involucrada y quiero estar en todo. Pero debo confiar en que hay otras personas mejor que yo en la compañía y podrán resolver sus temas.
Con más de 15 años en la empresa, ¿alguna vez perdió la motivación?
Un par de veces. Busqué consejo, mentoría de líderes internos y externos a los que admiraba. Además, aprendí a plantearme objetivos propios para generarme autorretribución y no tener que esperar recompensa externa. No es un proceso fácil, pero cuando sales es más difícil que puedas caer por el mismo factor, al menos.
¿Ha tenido malos jefes?
Creo que hay estilos que van mejor con los valores de cada compañía. Lo importante es darte cuenta del impacto positivo o negativo que generen las actitudes de un jefe, su forma de hablar. Y a partir de esas experiencias, aprendes a moldear tu carácter y a diferenciar lo que debes hacer de lo que no.
¿Me puede contar alguna experiencia al respecto?
He vivido el ‘micromanagement’. Es decir, el no dejarte decidir, hacer lo que dice el supervisor sin importar las propuestas del equipo mata la creatividad del talento que contrataste. Ese uso de la jerarquía para imponerse es algo que no practico. Me gusta estar en todo, pero me involucro como soldado, no sobrecontrolando.
¿Cuáles son sus hobbies?
Me encanta pasar tiempo con mis hijos, tirarme al suelo con ellos porque son pequeños. Dame un segundo que justo me invaden mis hijos acá (ríe). Y me gusta mucho cocinar. No soy un gran chef, pero me divierte hacer parrilla. También me gusta tocar la guitarra.
¿Desde cuándo toca guitarra?
Desde los 12 o 13 años. Y en la época de la universidad tenía una banda. Ahora estaba cogiendo polvo y la saqué para tocarla de forma personal, como una terapia.
¿Trabaja con o sin música?
Normalmente, sin ella. Me gusta concentrarme mucho. Mi esposa a veces dice que no escucho, tengo esa capacidad para aislarme si tengo que trabajar (ríe). Eventualmente, si tengo que crear un proyecto, opto por música tranquila.