(Foto: PromPerú)
(Foto: PromPerú)

Antes de convertirse en DJ ShuShupe, Úrsula Talavera estudiaba para convertirse en ingeniera forestal.

Pasó de preparar mixes para las gincanas de la Universidad Agraria a entretener con sus mezclas musicales a miles de asistentes durante la ceremonia de clausura de los

Desde entonces, su vida ha dado un giro. “Algunos empresarios que antes ni me conocían, quieren poner sí o sí mi nombre en sus eventos porque irá un montón de gente”, cuenta animada por la popularidad que ha cobrado a raíz de su participación en Lima 2019.

Antes del momento épico

Sentada en su departamento de Miraflores, Talavera recuerda que la primera vez que tocó en un evento cobró S/ 150 por toda la noche.

Ahora, debido al ‘upgrade’ de su nombre en la industria, el ritmo de trabajo -y la tarifa- ha cambiado.

Suele preparar sets de una o dos horas. Y “si es una fiesta privada puedo estar hasta 10 horas, pero llevo a otro DJ conmigo”, narra.

En Perú, “he hecho un nombre y por eso cobro lo suficiente como para vivir de la música”, enfatiza la DJ,que explica también que los eventos corporativos son los más rentables. Los pagos suelen ser como mínimo 60% más altos que en una discoteca.

Entretanto, “por media hora en un festival supergrande me pueden pagar más que por dos horas en una fiesta”, acota.

Nuevas plazas y proyectos

Tras Lima 2019, ShuShupe tiene eventos programados hasta marzo. Entre ellos, la celebración de los 20 años de una inmobiliaria, una cita con ADEX y hasta el Congreso Latinoamericano de Avicultura.

También acompañará al cantautor Gianmarco en Chimbote junto a DJ Bryanflow.

“Se vienen nuevos retos, conciertos como para 4,000 personas”, menciona Talavera, preocupada por los looks que preparará al lado de su staff, una ‘stylist’ y un fotógrafo.

Por otra parte, alista su tercer disco: “Iquitos”. “Los dos primeros (“Indocumbia” y “Taricalla”) los hice con un sello digital de España que se llama Folcore Netlabel”, cuenta.

Inversión y auspicios

En un mes fuerte, Talavera suele hacer 20 presentaciones, mientras que en una temporada baja, apenas alcanza las cuatro. “Entonces aprovecho en hacer música y también dictar clases”, relata Talavera.

“¿Qué más puedo hacer si trabajo en fiestas? Alquilar equipos”, se responde ella misma.

ShuShupe invirtió en ello y compró una cabina a US$3,000 en 2009. “Ahora una de último modelo cuesta entre US$ 6,000 y US$ 7,000”, estima.

También cuenta que adquirió audífonos por US$ 270 y cada canción que compra le cuesta US$ 2.

Además, un auspiciador la respalda: Native Instruments.

La marca le ofrece licencias, softwares y hardwares para hacer música. “Cada uno de los programas cuesta US$ 700”, detalla la DJ que hasta hace dos años fue auspiciada también por una marca de ropa.

Antes de ello, “me fui comprando cosas porque no iba a esperar que alguien me regale. No es que todos los días te den regalos”, puntualiza.

“En las Casas Perú conocí a chefs como Jorge Muñoz (de Astrid y Gastón) y Pedro Miguel Schiaffino. Hacemos muchos eventos.”


“Cusco, Iquitos y Piura son las regiones donde más me presento. Viajé a Los Ángeles y conocí más productores”.


En Corto

Internacional. En 2016, DJ ShuShupe hizo su primera gira por Europa. Allí y en EE.UU. hay una movida de ritmos tropicales, ‘global bass’ y neoperreo. También estuvo en Casa Perú de Texas y Moscú. Más recientemente, en 2018, viajó a España con “Los Wembler’s de Iquitos” y el dúo “Dengue Dengue Dengue” a una fiesta en Bélgica.