Carine Roitfeld
Carine Roitfeld

No es ningún secreto que las fragancias de celebridades se venden: desde el éxito épico de White Diamonds de en 1991, que aún genera alrededor de US$ 47 millones anuales para , según el proveedor de investigación de mercado Euromonitor International.

Los fanáticos tienen más opciones que nunca para oler como sus artistas favoritos. Jennifer Lopez, Katy Perry e incluso Antonio Banderas han ganado con sus lucrativos acuerdos de licencia con los titanes de la industria Coty Inc. y Puig SL, que representan 19% de los US$ 51,000 millones del mercado mundial de fragancias entre ellos.

Y, sin embargo, este atractivo masivo y esta accesibilidad asequible pueden significar legiones de hombres y mujeres, todos oliendo a la misma mezcla de frutas, flores y alcohol, lo que ha llevado a un aumento en el deseo de aromas más enfocados, artesanales.

El último participante: la editora en jefe de Vogue Paris y musa de estilo Carine Roitfeld, quien el lunes debutó con su línea homónima, Carine Roitfeld Parfums. La colección de siete fragancias sin género llamada ’7 lovers’ ya está disponible en Net-a-Porter y en su propio sitio web.

A diferencia de las marcas de moda masiva como Marc Jacobs, Tom Ford o Yves Saint Laurent, Roitfeld no se asoció con LVMH, Estée Lauder Cos Inc. o L’Oréal Groupe —con 21.1% de participación de mercado entre ellas— sino que optó por pagar la factura y retener el control creativo para tener la oportunidad de un producto más único.

En los últimos cinco años, las fragancias de lujo han superado las opciones más baratas en la mayoría de los mercados, según Euromonitor.

Para mantener el producto premium, Roitfeld lo mantuvo cerca. “Para mí era importante que la colección fuera lanzada en su totalidad por mí misma. Estoy agradecida de haber tenido tantas prestigiosas firmas de fragancias e inversionistas que se ofrecieron a brindar apoyo financiero para esto, pero como era muy especial y personal para mí ", dice Roitfeld, "dije no a todas las ofertas".

Cuando se le preguntó más por su inversión personal, la creadora de tendencias y directora creativa jugó a la timidez: "somos franceses, como usted sabe, y los franceses nunca hablan de dinero", bromeó.

El costo de crear una línea de fragancia de nicho es elevado. La nueva colección de ocho aromas de Holly Tupper, Cultus Artem (US$ 550 por botella), por ejemplo, costo más de US$ 300,000 para desarrollar.

Como fundadora de la revista de estilo CR Fashion Book y cofundadora de CR Studio, una agencia de producción y creatividad de servicio completo cuyos clientes incluyen a , Yeezy y Dior, Roitfeld está bien versada en la moda, pero es una novata en cuanto a la creación de perfumes.

Como resultado, el proyecto tardó ocho años en desarrollarse, mientras que compañías como Inter Parfums Inc. produjeron más de una docena de fragancias solo en el 2018.

Para obtener el aroma adecuado, Roitfeld junto con su hijo y socio de negocios Vladimir Restoin Roitfeld, colaboraron con los perfumistas Aurélien Guichard, Pascal Gaurin y Yann Vasnier, quienes trabajaron en diferentes aromas.

El trío trajo a la mesa una combinación bien equilibrada de éxito comercial y de nicho, luego de haber diseñado favoritos de tiendas de departamentos como Issey Miyake Pleats Please y éxitos independientes como Citizen X de Ex Nihilo.

"No quería acelerar el proceso y sabía que para que la línea tuviera éxito, tenía que trabajar con quienes tenían la experiencia", asegura Roitfeld.

Además de los riesgos y el tiempo de desarrollo, uno de los desafíos de ser completamente independiente es que "no se obtiene una perspectiva externa o de terceros que pueda desafiar a crear el mejor producto", explica su hijo.

Para eso, recurrieron al experto de la industria, Frederic Pignault, quien se sentía cómodo diciéndoles qué funcionaba y qué fallaba, además de realizar pruebas con un grupo de amigos bien conectados.

Los siete aromas unisex están inspirados en los grandes amores de Roitfeld, tanto reales como ficticios, y sus ciudades favoritas: París, Londres, Hong Kong, Dubai, Nueva York, Buenos Aires y San Petersburgo.

Vladimir, que lleva el nombre de su hijo, es una mezcla leñosa y masculina de Orris marroquí (una flor rica y terrosa que tarda tres años en secarse antes de poder recuperar el olor) y ámbar, mientras que George es una mezcla ecléctica verde de ScentTrek (humo de cannabis creado en el laboratorio y patentado), hoja de violeta y roble en extractos naturales, en lugar de una mezcla de moléculas naturales y sintéticas.

Y sin plazos corporativos y ejecutivos de belleza preocupados por el presupuesto a los que informar, el equipo tomó riesgos.

La flor Immortelle de Yugoslavia, recolectada a mano, por ejemplo, tiene un olor herbáceo tan intenso que recuerda al heno y normalmente se usa como acento, pero en Sebastian se usó como ingrediente clave.

"En términos de ingredientes, no se escatimaron costos", dice Pignault. "Sin restricciones, pudimos dejar que nuestra imaginación se volviera loca, lo que estoy seguro puso nervioso a Vladimir, pero al final, fue el camino correcto".

"Necesitaba artistas que pudieran entender de dónde venía y adónde quería ir, qué quería expresar", dice Roitfeld.