Son 87 tuits los que ha publicado Pedro Castillo desde que juramentó como presidente de la República. Más allá de sus discursos en eventos en provincia, el mandatario ha preferido enviar mensajes a través de la red social y no dar ninguna entrevista en sus primeros 100 días de gobierno. ¿Está mal? No si se hace de la forma correcta.
En Latinoamérica, explica Julio Pérez Luna, country manager Perú de Impronta Comunicación, estamos acostumbrados a presidentes que son grandes oradores y por eso ver a Castillo detrás de una computadora nos asusta, “pero eso no determina su gestión”.
Pertinencia y tiempo
Tan conciso como en persona. “Castillo dice las cosas muy ‘polite’ (educado) a través de su cuenta de Twitter, el problema es la pertinencia de lo que dice y cuándo lo dice”, apunta el comunicador. Así, tuvo que pasar dos días del escándalo del ex ministro del Interior Luis Barranzuela para informar su renuncia y aún sin presentar su reemplazo. “El timing es importante”, acota Pérez Luna.
“A estas alturas son bastante evidentes sus limitaciones comunicativas, que lo hacen evadir todo tipo de enfrentamiento con las cámaras”, cuestiona Flavio Pantigoso. Es que según el fundador y CCO de Zavalita Brand Building, el riesgo de “meter la pata” se acrecienta en el intercambio cuerpo a cuerpo; sin embargo, la estrategia del silencio tampoco es la acertada, pues “se debe a la nula capacidad argumentativa y de debate”.
“Usa la red como un canal unidireccional para dar declaraciones, porque le permite no responder preguntas”, sostiene Benjamín Edwards, fundador de 121Latam.
A su parecer, el uso primordial que da Castillo a la plataforma es para emitir opiniones personales y no de acuerdo a su cargo. Mensajes como la reunión con la Asociación de Mototaxistas al lado de las felicitaciones enviadas al ganador del mundial de globos, “denota que no hay un alineamiento institucional, a pesar de sus buenas intenciones”.
Público olvidado
Víctor Lozano, director de innovación de Verne Future Mindset, añade que cuando Castillo usa la red para plantear un tema, “este es poco relevante para la población que ha votado por él, es decir, no está conectado con las problemáticas que se espera pueda liderar”.
A pesar del crecimiento que muestra el uso de Twitter en el país, señala Pantigoso, lo que Castillo ignora es que al buscar la pretendida seguridad de esta red social, “lo que está haciendo no es llegar “al pueblo” sino a un sector más bien en cierta manera privilegiado de la sociedad con mejores armas intelectuales para enfrentarlo en una plataforma candente para la crítica y la cólera”.
Según Lozano, que también es experto en marketing, no hay nada de malo en escoger como medio de comunicación una plataforma, el problema es que tampoco lo está haciendo bien en Twitter. “Sabemos que lo digital sobre todo es conversación y reflexión, pero aquí no se está dando esa forma.
En Corto
Punto a favor. Pérez Luna rescata que un funcionario se convierte en una marca y la de Castillo se fortalece frente a la comunidad al enviar un saludo a su esposa o alentar a la selección, puesto que se humaniza.