Si bien la oferta cinematográfica aspira a ser robusta, la cartelera local sigue estando dominada por Hollywood. Las películas de corte independiente, con un espacio más modesto, ambicionan expandir los límites de un target ya encandilado.
Esta es la premisa de Carlos Sánchez, CEO de 11 y 6 Entertainment, que gestiona un formato inusual: el de la compra de cintas no comerciales a través del contacto que toma con distintos actores de la industria en festivales como Cannes, Toronto o Berlín para su exhibición en salas.
No hay un único criterio de selección, dice Sánchez. A veces debe decidir sobre el guion, el tráiler o unos 20 minutos de corte. Otras, en función de la sugerencia de directores.
¿Hasta qué punto las ‘majors’ definen las cartas de los distribuidores de film de autor?
Sánchez dice convencido que “son productos que llegan para copar salas”; pero reconoce que “el negocio de los exhibidores es la ocupabilidad”.
¿Cómo es el trato con el exhibidor?
La convivencia con el exhibidor es buena en tanto el distribuidor entienda que es un negocio. Hay cineastas que lanzan un poco de crítica hacia el exhibidor porque su film estuvo pocos días, pero no se trata de responsabilizar al otro.
¿Cuál es la máxima?
Si partes del principio de que se trata de un negocio, piensas de forma estratégica. Nuestra experiencia con exhibidores es buena, nos ponemos de acuerdo en tiempos y momentos.
¿Un mínimo de días debe ser parte del acuerdo?
El acuerdo es tácito. Cada película se defiende sola. Por más que venga bien recomendada, haya tenido buenos comentarios en festivales o se hable bien del actor, no se puede predecir mucho. Solo cuando aterriza puedes saber si se va a ajustar a las estimaciones. Nadie tiene la varita.
Estrategia en despliegue
Para esto, el empresario revela que maneja dos tácticas.
Una es la de estar alerta a Competitive, un documento de acceso exclusivo para distribuidores y exhibidores, en que la industria revela sus propuestas venideras.
Esto les facilita a los jugadores más chicos decidir con qué películas entrar o no.
Es esto lo que determina, además, la cantidad de películas, género y target. Así, de acuerdo a Sánchez, el segundo pilar está en un buen mix.
Más aún cuando el paquete de cintas por estrenar no solo ingresa a salas locales, también a las de Ecuador y Bolivia, donde también opera.
¿En qué medida ha cambiado el perfil del espectador?, ¿determina eso la propuesta anual de 11 y 6?
Buscamos equilibrar en el año cine arte con otro más comercial. Ahora, hay un cambio en lo que el espectador peruano espera: busca cintas con personajes mejor construidos, un buen guion, un atractivo visual. La valla es más alta: se valora otros factores, no solo pasar el rato.
¿Cuántas salas pueden ocupar las películas independientes?
Aspiramos de 10 a 12 complejos a nivel local. Si viene doblada tiene más despliegue, es decir de 16 a 18. La normal es que la permanencia se prolongue dos semanas. Solo si es una cinta familiar o de acción se extiende más, hemos llegado hasta los 52 complejos, considerando que por lo común es una sala por complejo.
¿Cómo se traduce eso en audiencia?
Para una película de arte esperamos una media de 7,000 que es lo que espera también el licenciante porque es ambicioso para un producto independiente. Una cinta más de acción sí puede convocar 60,000. Con las de terror la expectativa es más alta, o sea unos 80,000, el peruano es aficionado a ese género.
“La convivencia con el exhibidor es buena si el distribuidor entiende que se trata de un negocio”.