Por César Antúnez de Mayolo, Docente de Pacífico Business School
Uno de los miembros de su empresa es un directivo muy hábil y experimentado, pero de quien constantemente recibe quejas sobre su comportamiento. Él acostumbra a levantar la voz cuando llama la atención a sus subalternos o les reclama por atrasos. Incluso en público.
Los colaboradores a cargo de él están fastidiados por el trato. El clima laboral en esa área es uno de los peores de la empresa, y eso se refleja también en algunos indicadores.
La última vez que usted le habló sobre el tema, el directivo se puso a la defensiva y justificó su accionar. Esto provocó que ambos entraran en una discusión acalorada. Hubo un momento en el que él tuvo que pedirle a usted que baje su tono de voz, pues sin darse cuenta le gritó.
Ahora le resulta difícil exigirle que controle su temperamento, ya que usted también cayó en esa conducta cuando lo “sacaron de sus casillas”. ¿Es malo levantar la voz en la oficina? ¿Es justificable para imponer disciplina o marcar jerarquías? ¿Debemos prohibir esta conducta a los líderes?
Las razones del impulso
Gritamos cuando nos golpeamos, si tenemos miedo o nos emocionamos sobremanera. Sin embargo, levantar la voz a terceros generalmente representa una muestra de agresión, pues implica que tenemos la intención de dominar las acciones de otros en base a lo que comunicamos. Esta actitud genera estrés y tensión.
Cuanto más alto el volumen de la voz, también lo será la intensidad de nuestro enfado. Un camino rápido a la confrontación.
“‘Journal of Child Development” reveló que los padres que gritan a sus hijos generan en ellos efectos similares a los producidos por castigos físicos”.
Repercusión negativa
Las emociones se manifiestan en el subconsciente y están diseñadas para influir en nosotros según lo que suceda en el mundo exterior.
Según Sean Webb, autor del libro “Mind Hacking Happiness”, el estrés generado cuando recibimos gritos, sumado a la alta presión en el trabajo, pueden llevar a que el cerebro pierda entre 10 y 20 puntos de coeficiente intelectual. El efecto podría permanecer días o semanas.
Gritones notables
En los equipos deportivos y el Ejército es común tener entrenadores que emplean los gritos para impartir órdenes. Se convirtió en parte de una cultura y estilo de dirección en dichas organizaciones.
De esa forma logran llevar a sus equipos hacia desempeños extraordinarios y con una lealtad extrema.
Si bien en el mundo corporativo gritar suele implicar faltas de respeto, Steve Jobs, Jeff Bezos y Bill Gates; fundadores de Apple, Amazon y Microsoft, respectivamente, ganaron fama por levantar sus tonos de voz.
Los gritos se hicieron parte integral de su liderazgo y estilo de dirección. En la lista también figura Jack Welch, ex-CEO de General Electric, considerado un “gurú” del management.
“Ser claros sobre el punto de interés en una conversación disminuye la probabilidad de que una persona nos alce la voz ”.
Pasión y volumen
En algunas culturas gritar es aceptado y no es visto como un insulto personal, sino como un atributo esperado en un líder, quien transmite sus mensajes con mucha pasión. Cuando un directivo nos alce la voz será importante conocer sus intenciones, pues si pretende humillarnos deteriorará nuestra confianza hacia él.
También habrá que tomar en cuenta el impacto final en nosotros y el equipo. Si en lugar de inspirarnos e involucrarnos en un propósito, nos intimida, entonces generará efectos nocivos en el clima laboral y la eficacia.
- Diversas formas de liderazgo -
Intensidad acústica. Según el investigador del MIT Sloan School, Michael Schrage, en una variedad de disciplinas alrededor del mundo gritar representa una competencia y atributo diferenciador. Algunos líderes se benefician de esto. Sin embargo, alzar la voz no convierte a una persona en un mejor directivo.