Un reciente aumento en la apicultura urbana está superando la capacidad de algunas ciudades para satisfacer sus crecientes filas de polinizadoras, indica un nuevo estudio de ciudades de toda Suiza.
El número de colmenas registradas en 14 ciudades suizas aumentó de 3,139 en 2012 a 9,370 en 2018, según un nuevo artículo publicado en NPJ Urban Sustainability, parte del portafolio de publicaciones de Nature. Sin embargo, ninguna de esas ciudades tenía espacios verdes adecuados para sustentar a sus abejas, según el modelo de los autores del artículo, dos expertos en ecología del Instituto Federal Suizo para la Investigación de Bosques, Nieve y Paisajes.
“Estamos agregando miles de colmenas en una ciudad sin ningún conocimiento de los recursos disponibles”, dijo Joan Casanelles Abella, estudiante de doctorado y coautor del artículo junto con el científico sénior Marco Moretti. “Simplemente suponemos que la ciudad puede proveer porque las abejas consumen recursos florales y tenemos la percepción de que hay una cantidad ilimitada de flores en la ciudad”.
Los investigadores describieron su estudio como “un primer intento de cuantificar la sostenibilidad de la apicultura urbana”. Sus resultados agregan peso estadístico al escepticismo que ha surgido junto con una tendencia reciente: la proliferación de colmenas de abejas en azoteas urbanas, a menudo instaladas por firmas de apicultura cuyos clientes son empresas que buscan mejorar sus credenciales ambientales. Una preocupación que surge con esta dinámica, planteada en un artículo esta semana en CityLab, es si las empresas que instalan y mantienen las colmenas urbanas están tomando las medidas adecuadas para asegurarse de que haya suficiente forraje para las polinizadoras nativas e importadas. Las abejas de la miel pueden superar a las especies de abejas silvestres, mariposas y otros insectos locales que dependen de los árboles y las plantas de la ciudad para alimentarse.
Para su estudio de Nature, los investigadores compararon la densidad de colmenas en las ciudades suizas con el espacio verde disponible, basándose en un modelo en el que un kilómetro cuadrado de espacio verde disponible podría albergar 7.5 colmenas. Usando ese índice, descubrieron que ninguna de las 14 ciudades estudiadas tenía suficiente forraje para satisfacer el apetito de todas las polinizadoras.
Estudios anteriores habían examinado escenarios en París, Londres y Berlín, pero ninguno de ellos había comparado datos en más de una ciudad, según Casanelles Abella. “No hay mucha investigación apícola en las ciudades porque solo unas pocas recopilan datos suficientes”, señaló en una entrevista. “Pero los suizos son súper organizados. Afortunadamente, obligan a la gente a registrar sus colmenas, lo que permite este tipo de estudios”.
A través de su estudio, el investigador nacido en Barcelona espera persuadir a las autoridades para que implementen regulaciones en torno a la apicultura, como limitar el número de apicultores (o colmenas) y garantizar una distancia suficiente entre los colmenares. La ciudadanía también puede colaborar agregando más hábitats amigables con las abejas con muchas flores ricas en néctar.
“Por supuesto, no se puede recrear el hábitat natural en la ciudad”, dijo Casanelles Abella. “Pero al menos puede hacer todo lo que esté a su alcance para promover la mayor biodiversidad posible”.