Cuando Jeff Bezos, el fundador de Amazon, quería algo de publicidad para Blue Origin, su empresa de cohetes, no acudió a un canal de televisión ni a un periódico, como quizá habría hecho hace una década. En cambio, le ofreció a Tim Dodd, quien tiene un canal de YouTube llamado “The Everyday Astronaut” (El astronauta cotidiano), un recorrido exclusivo por su fábrica.
El video resultante, de una hora de duración, en el que se ve a los dos hombres admirar tanques de hidrógeno y se les escucha conversar sobre los aspectos más detallados de las turbobombas del motor de un cohete, quizá no sea el contenido televisivo más atractivo para todo tipo de público. Sin embargo, tiene 1.6 millones de reproducciones.
Además, ilustra a la perfección cómo se ha transformado la industria de los medios de comunicación. Ahora que internet ha eliminado a los intermediarios y empodera a personas emprendedoras para que produzcan videos sin ayuda de otros, un grupo entusiasta de usuarios decididos a hacer su propio contenido ha comenzado a hacer la competencia a las empresas establecidas con producciones de consumo masivo.
Los pódcast con análisis profundos comunicados en lenguaje coloquial han sacudido a la radio. La música de artistas independientes, libres de ataduras con las grandes empresas discográficas, está ganando popularidad en Spotify.
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No obstante, el cambio más drástico se observa en la televisión. A la fecha de publicación de este artículo, YouTube, empresa de Google, cuenta con un negocio de emisión en continuo de videos que ha ido construyendo poco a poco y ahora está listo para competir con los de Netflix, Disney o NBCUniversal: cada mes, 2,500 millones de espectadores consumen el contenido emitido por sus legiones de productores cinematográficos autodidactas. YouTube produce una décima parte de la televisión que ven los estadounidenses, más que cualquier otra emisora en continuo o cualquier otro canal. Gran parte de esa audiencia es joven, por lo que está creando hábitos de consumo que podrían mantenerse varias décadas.
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Mientras que los tecnólogos describen a YouTube como una plataforma, sus rivales se manejan de manera más parecida a los estudios tradicionales. Lograr la aprobación de una serie en Disney o Netflix requiere negociaciones con agentes y facilitadores, además de convencer a un ejecutivo de encargos de desembolsar un montón de dinero.
En las filmaciones participan cientos de personas especializadas. YouTube no necesita nada de eso. Cualquiera puede subir a la plataforma prácticamente lo que quiera y es posible ver la mayoría de los videos sin costo. El trabajo de YouTube se limita a insertar algunos anuncios y dividirse las ganancias con el productor cinematográfico. Si suena como la receta para recibir una bicoca, es porque por lo regular es así. Pero lo más sorprendente es cuánto contenido hay que sí es interesante y llamativo.
La tecnología ha ayudado. Las cámaras de alta calidad son baratas. Es posible correr software de edición de videos muy poderoso en computadoras portátiles nada caras. Además, es posible hacer tomas aéreas espectaculares con drones. Con todas estas herramientas, muchas personas pueden hacer videos con un valor de producción relativamente alto por una pequeña fracción de los costos de la televisión tradicional, y la brecha de calidad seguirá encogiéndose. Gracias a la automatización de muchas de las tareas aburridas, es probable que la inteligencia artificial facilite todavía más la producción de videos.
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YouTube ha generado sus propias megaestrellas, como MrBeast, con sus 317 millones de seguidores (y cada vez más críticos). Pero los efectos más interesantes se sentirán a menor escala. Ahora que es barato producir contenido, los youtuberos pueden ganarse el sustento si se concentran en nichos demasiado reducidos para que le resulten redituables a otras empresas de emisión en continuo. Sin importar en qué tipo de interés pensemos, desde la ingeniería aeroespacial de Dodd hasta la escalada deportiva, el tejido o la historia antigua, lo más probable es que por lo menos encontremos un canal de YouTube dedicado a ese tema.
Esto significa que, como en los demás medios de comunicación, es probable que el futuro de la televisión esté en adoptar enfoques más dirigidos y especializados. Habrá que ver cuán alta llega a ser la marea del contenido generado por los usuarios. Algunos youtuberos están experimentando con formatos como programas de juegos o largometrajes, con resultados muy variados.
Parece que algunas secciones de terreno elevado estarán a salvo de la marea: es difícil imaginar que los videos de YouTube lleguen a remplazar a obras histriónicas de gran presupuesto como “Game of Thrones” (Juego de tronos) o “Stranger Things”, que requieren una inversión inicial no disponible en el modelo de negocios de YouTube.
En un mundo de contenido personalizado cada vez con más precisión, los contados programas televisivos atractivos de verdad para el público general serán todavía más valiosos, pero solo porque serán casos cada vez más extraordinarios.
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