El presidente del Banco Central de la Reserva (BCR), Julio Velarde, anticipó recientemente que busca lanzar una moneda digital para adaptarse a los sistemas financieros y modelos de pago que marcarán la pauta dentro de los próximos ocho o diez años. Señaló que la institución que preside trabaja junto a otros bancos centrales de Hong Kong, Singapur e India en “una moneda digital que va a imponerse en el futuro”. ¿Qué es una moneda digital y en qué se diferencia de una criptomoneda?
Las criptomonedas son activos digitales representados por tokens o fichas vinculadas a una red blockchain determinada que tiene una programación y usos establecidos en el protocolo de dicha blockchain.
Al ser la blockchain el soporte, no hay un ente centralizado que respalde a las criptomonedas, ni su valor ni la titularidad sobre las mismas. Es la propia red blockchain la que sirve de respaldo. Es su tecnología de registro distribuido (descentralized ledger technology) la que genera la trazabilidad de las operaciones realizadas con criptomonedas.
El hecho de que el registro sea distribuido genera que la información anotada en la red blockchain sea incorruptible e inmutable (o, por lo menos, menos susceptible de ser alterada en comparación con cualquier sistema de registro centralizado).
“Por tanto —y así fue planteado por el legendario Satoshi Nakamoto en el paper que da origen a bitcoin, la primera y más conocida blockchain—, las criptomonedas funcionan como dinero peer-to-peer, es decir o dinero entre pares, sin necesidad de intervención de un intermediario o ente centralizado. Es la confianza entre los pares (ciudadanos y empresas) la que le otorga valor como medio de pago o inversión”, explica Álvaro Castro, socio de Sumara Hub Legal.
Por su parte, las central banking digital currency (CBDC), o moneda digital de banco central, es la reacción de los sistemas financieros organizados a la irrupción de los criptoactivos. Las CBDC consisten en representaciones electrónicas o digitales de dinero de curso legal, es decir, de dinero emitido y respaldado por bancos centrales, como el sol, el euro o el dólar americano.
“Ese respaldo es lo que genera que se le conozca como ‘dinero fiduciario’, es decir, hay un ente centralizado que otorga la confianza a terceros respecto de la moneda que emite”, enfatiza Castro.
Justamente por su rol de otorgar confianza es que el mandato del banco central incluye controlar la emisión de dinero y, a través de sus herramientas, controlar la inflación. No obstante, la distribución del dinero a los ciudadanos o empresas no la realizan directamente los bancos centrales, sino los bancos comerciales. Por tanto, el movimiento de dinero a través del sistema financiero está sujeto a las condiciones de las empresas del sistema financiero (tasas de interés, comisiones, restricciones operativas, flexibilidad, presencia física a lo largo del territorio, etc.).
Ventajas y desventajas
Al ser las criptomonedas creaciones “entre pares”, cualquier persona o empresa podría crear su propia blockchain y la criptomoneda correspondiente. Será el mercado (los pares) el que decida darle la confianza a unas u otras criptomonedas. La decisión de adquirir criptomonedas, en momentos en que el mercado aún está en proceso de maduración, genera grandes fluctuaciones de valor en las criptomonedas.
“Por eso, hay voces que cuestionan que las criptomonedas deban usarse como moneda de curso legal (como sucede en El Salvador con bitcoin), pues los estados no tendrían forma de controlar esas fluctuaciones y ello podría afectar a la economía de un país. No obstante, otros replican que esa es justamente la fortaleza de las criptomonedas: que el ‘poder’ sobre el valor del dinero ‘vuelve’ a los privados, quienes no dependerían de un sistema centralizado”, sostiene Castro.
Asimismo, dado que se trata de activos digitales canalizados vía Internet, el proceso de adquisición y transferencia de criptomonedas es más ágil y flexible, y menos costoso que el uso del dinero fiduciario, y no está sujeto a limitaciones territoriales.
Los bancos centrales han reaccionado, de alguna manera, a las críticas que originan la creación de las criptomonedas. Las CBDC que se están diseñando en el mundo parten de que su transmisión será ágil y barata —aprovechando Internet, al igual que las criptomonedas—, pero con la intervención de un banco central que controle o mitigue las abruptas variaciones de valor que caracterizan a las criptmonedas.
“Tendrán que pasar algunos años para ver si el mercado valora más el respaldo de los bancos centrales y se decanta por los CBDC o si valora más el carácter distribuido y descentralizados del blockchain y se decanta por las criptomonedas. Me atrevo a augurar que ambas figuras convivirán por mucho tiempo y tendrán usos distintos”, considera Castro.
¿Delitos financieros?
El socio de Sumara Hub Legal señala que el uso de monedas digitales (tanto CBDC como criptomonedas) impulsará la inclusión financiera, la democratización del mercado de capitales y la innovación abierta orientada a la creación de nuevos y mejores productos financieros.
Sin embargo, sin minimizar las fortalezas técnicas de las tecnologías que subyacen tanto a las criptomonedas como a los CBDC (especialmente la trazabilidad), Castro no cree que los delitos financieros serán erradicados. “Los delitos son cometidos por personas y las personas siempre pueden encontrar caminos para eludir los candados que traen las nuevas tecnologías o simplemente engañar a las personas”, resalta.
Por ejemplo, las estafas piramidales o esquemas Ponzi existen hace mucho tiempo y a distintos niveles. Últimamente llegan noticias de estafas piramidales basadas en criptomonedas, a pesar de que técnicamente los esquemas Ponzi no son compatibles con las criptomonedas, dado que no existe un ente centralizado que se aproveche de las ganancias de las personas. Se trataría de personas engañando a otras bajo el supuesto argumento de invertir en criptomonedas.
“Más que confiar en que la tecnología hará todo el trabajo, los estados deben volverse tecnológicamente más sofisticados para combatir la cibercriminalidad, sin importar dónde o cómo se origene”, precisa Castro.
Retos en el Perú
El Salvador le ha otorgado al bitcoin el estatus de dinero de curso legal. Esto quiere decir que ninguna persona o empresa puede negarse a aceptar un pago en bitcoin. Esto potencialmente vincula la economía nacional a las fluctuaciones del bitcoin, lo que trae algunos riesgos a nivel macroeconómico. “No obstante, la promesa de valor de las criptomonedas subyace al plan anunciado por el gobierno salvadoreño: impulsar la inclusión financiera en un país con baja bancarización”, dice Castro.
El camino para que el Perú llegue a esa situación es, según el experto, lejano y complejo. Esto debido a que en el Perú no hay reconocimiento regulatorio a las criptomonedas ni reglas en materia de prevención de blanqueo de capitales vía el uso de criptomonedas.
Tampoco existe una normativa que garantice que las operaciones de criptoeconomía (trading, exchange, minería) no serán prohibidas o restringidas en el futuro. “Eso es lo primero que tendría que hacerse antes de pensar en volver forzoso el uso de una criptomoneda en el país”, remarca Castro.
“Si se decidiera explorar esa vía, el Estado tendría que enfocarse en cerrar la brecha de conectividad e infraestructura tecnológica. Caso contrario, solo las personas con acceso a Internet, a una computadora y/o a un teléfono inteligente podrían realizar transacciones con criptomonedas o con CBDC”, agrega.