En el marco de la cumbre del clima COP26, un centenar de países y fabricantes, entre otros, firmaron un acuerdo en el que se comprometen a eliminar los coches de combustión en el 2035. Por ahora, no se han adherido los principales fabricantes del mundo, como Estados Unidos, China, Japón, Alemania, España o Francia.
A nivel europeo, dentro de la estrategia para reducir los gases de efecto invernadero está pendiente de ratificación la propuesta de la Comisión Europea de que a partir del 2035 sólo puedan venderse vehículos de cero emisiones, lo que de facto deja al eléctrico puro y al hidrógeno verde como únicas alternativas y expulsa de la ecuación a los motores de combustión.
En el caso de España, la Ley de Energía y Clima establece que no más tarde del 2040, turismos y comerciales ligeros de uso privado sean emisiones cero, mientras que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) marca que el país cuente en el 2030 con 5 millones de electrificados, frente a los 90,000 que hay actualmente.
Medir las emisiones más allá del tubo de escape
Tal y como está la regulación y el estado de la tecnología, se impone la electrificación, pero de aquí a unos años pueden aparecer otras tecnologías y sería interesante que las emisiones no se midieran en el tubo de escape, sino que se tuviera en cuenta todo el ciclo de producción, según la directora de Industria y Medio Ambiente de la asociación española de fabricantes Anfac, Arancha García.
“Los fabricantes apostamos por poder contar con todas las tecnologías para cumplir los compromisos. Si cambiara la regulación o se plantearan otro tipo de objetivos podrían entrar otras derivadas, como los biocombustibles o los combustibles sintéticos”, ha apuntado.
“Si queremos que en el 2035 sea el fin de los motores de combustión se deben dar condiciones habilitantes que lo permitan”, como ayudas a la compra de eléctricos, bonificaciones fiscales y despliegue de una red de recarga de acceso público.
Imposible lograr objetivo tan retador con una sola tecnología
“No se puede conseguir un objetivo tan retador y difícil con una sola alternativa, necesitas poner a competir a todas las opciones y que el consumidor decida. Hay que respetar el principio de neutralidad tecnológica, según el director Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP), Andreu Puñet.
Sobre el papel, se podría decir que ese principio se respeta, pero lo cierto es que en la realidad no se hace. Se ha instalado en el imaginario que descarbonización equivale a electrificación y no se está dejando que las diferentes tecnologías compitan “con las dos manos desatadas”.
Entre esas otras tecnologías están los biocombustibles, que se elaboran con residuos, y los combustibles sintéticos, que se fabrican con CO2 capturado, siendo, en ambos casos, cero emisiones netas, pues para su producción capturan el equivalente de lo que emiten durante su uso.
“Esto no es futuro” porque los carburantes que usamos ya están compuestos en un 11% por biocombustibles y con cada punto porcentual que se añada se reducen del orden 800,000 toneladas de CO2 en España, ha añadido Puñet.
Además, pueden usar las infraestructuras existentes: red de transporte, gasolineras y vehículos actuales, mientras que la electrificación como alternativa única obligará a renovar un parque de 24 millones de unidades en España y a construir una red de recarga, “un proceso lento de ejecución y costoso económicamente”, ha añadido.
Si se prohíben los motores de combustión “nos estaremos haciendo trampas al solitario”. “Es hipócrita pensar que porque un eléctrico no tenga tubo de escape y cuando lo uses por el paseo de la Castellana de Madrid no emita nada, no haya emitido en el Congo o en China, donde se han fabricado las baterías”, ha aseverado.
Sustituir un parque europeo de más de 270 millones de turismos
Para conseguir la descarbonización del transporte lo que cuenta no es tanto el final del motor de combustión interna como el final de los combustibles fósiles, según fuentes de Bosch, que han recordado que en la UE hay 270 millones de turismos que no se pueden sustituir de la noche a la mañana.
Además, quien compre ahora un coche de combustión lo seguirá usando dentro de diez años y la única forma de hacerlo climáticamente neutro es usando esos nuevos combustibles.