Gabriela Delgado
A diferencia del cine y la televisión, la naturaleza del teatro es su interacción con el público. No obstante, en un contexto de pandemia, esta relación experimenta ahora grandes cambios.
Esta transformación, que tiene como principal aliado a la tecnología, alejaría al teatro de su esencia primaria (escenario-espectador) al tener como resultado obras vistas a través de una pantalla de teléfono, tablet o TV.
Puntos de vista
Para la dramaturga Mariana de Althaus, el desafío de esta nueva modalidad radica en su competencia con la televisión, pues ahora ambos comparten un mismo canal de comunicación. “Todos los desafíos son buenos para un creador, pero también para el público. El teatro es un espejo, y si ese espejo se produce a pesar de que no podamos reunirnos, el teatro sigue vivo”, sostiene.
Para Jely Reátegui, actriz y protagonista de “Fantasma”, obra de teatro dirigida por Mariana de Althaus que recientemente se estrenó de manera virtual, esta nueva experiencia la tomó en un principio con resistencia. Sin embargo, la necesidad de crear pesó más.
“Siento que todas estábamos con una necesidad muy grande de contar una historia, de crear, de conectarnos entre nosotras, de tener una relación real fuera de las que tenemos en nuestras casas y creo que se dio como una armonía muy bonita en este equipo (Mariana de Althaus y Denise Arregui). A la gente le gustó”, expresa.
Según Emmanuel Soriano, que hace unos meses protagonizó el musical “Pantaleón y las visitadoras”, el formato virtual “es una nueva oportunidad y una transformación” con miras al futuro. “El cine no podría reemplazar al teatro, ni una plataforma digital tampoco. La magia del teatro es que están vivos en ese instante espectador y actor. Pero está bueno buscar nuevos caminos para mostrar el arte”, dice.
Una mirada hacia el futuro
“El teatro nunca morirá”, es una frase que ha acompañado desde siempre a este arte. Su futuro pospandemia parece ser alentador para actores y directores.
“Creo que van a empezar a abrirse las salas independientes, con protocolos muy estrictos y para muy pocos asistentes, con metros de separación entre cada persona. Las que puedan comenzar a trabajar con un aforo tan reducido lo podrán hacer, apelando mucho al sacrificio del equipo y de los costos de producción. Es decir, nadie va a ganar casi nada por función y las producciones tendrán que ser muy austeras, a menos que se cuente con alguna ayuda económica estatal o privada”, sostiene De Althaus.
Adrián Galarcep, director artístico de Los Productores, se muestra cauto en proponer alguna modalidad de cambio en las salas. “Es muy difícil suponer que vamos a poder volver a disfrutar las experiencias en vivo como antes si es que no nos damos un tiempo para que sea seguro, para que las personas puedan disfrutar sin preocuparse por estar en un espacio confinado”, sostiene.
Sin embargo, afirma que la idea de probar nuevas fórmulas teatrales, a través de la tecnología, no debería cesar al terminar la pandemia. “Jamás lo imaginamos, pero si encontramos que tiene cabida en el futuro, no tenemos por qué parar, al menos por un tiempo”, adelantó.
Emanuel Soriano apunta a mantener este nuevo formato “pandémico” como una buena opción para quienes no puedan acudir a una sala. “Me pongo a pensar en asilos, cárceles o albergues. Los actores podrían tener un conversatorio al final de la obra. De alguna manera, ese público podría sentirse más observador”, sostiene.