¿Y qué le dirías a alguien que se siente agobiado?
¿Y qué le dirías a alguien que se siente agobiado?

Por Ignacio Quintanilla

¿Y qué le dirías a alguien que se siente agobiado? Sí. Le diría que cualquier día malo siempre tiene algo de bueno.

Es que en verdad las situaciones no son lo que parecen ser. La misma situación, dependiendo de la actitud con la que la enfrentamos termina siendo una situación diferente. Miren que no uso la palabra “problema”. Porque los problemas en verdad son situaciones que tenemos que gestionar. Pero cuando las bautizamos como “problema” es cómo que les diéramos mayor tamaño y que nosotros nos hiciéramos pequeños.

Imaginen que me encuentro con un amigo y le digo “tengo un problema”. Se para atento a escuchar para ver cómo me ayuda. Porque al usar la palabra “problema” le transmito que yo solo no puedo con ello. Por el mismo caso le digo “tengo una situación que gestionar”. Entonces me escuchará desde la tranquilidad. Porque al decirle “la tengo que gestionar” le he transmitido que puedo con ella. Lo interesante es que esa percepción que tiene un tercero es la misma que tenemos nosotros cuando lo decimos o lo pensamos. Un problema, nos agobia. Una situación que gestionar nos ocupa.

Pocas cosas no tienen solución. Hasta aquellas que no tienen solución traen algo positivo que las acompaña. La actitud que ponemos nos abre los ojos.

Recuerdo una amiga uruguaya cuya madre murió en Cuzco cuando hacía turismo. Me llamó porque estaba atrapada en el engorroso trámite de repatriación de cadáver. No sólo tenía la tristeza de haber perdido a su madre, encima tenía la angustia de querer llevar su cuerpo a Montevideo y no poder hacerlo. Y en esa circunstancia me dijo lo contenta que estaba porque su madre había logrado cumplir el deseo de conocer Machupichu. Consideraba que si todos vamos a morir ojalá uno pudiera elegir hacerlo disfrutando como su madre y no sufriendo alguna enfermedad. Y las complicaciones para el traslado del cuerpo las consideraba un regalo para conocer Cuzco. Claramente, mi amiga tiene la virtud de ver algo bueno en el día más malo que puedas tener.

La clave está en hacerse la pregunta de ¿qué es lo bueno que trae este día malo?. Cuando te esfuerzas en buscar lo bueno, lo malo pierde peso y tu actitud pasa del agobio a la esperanza. Sí, la esperanza, esa palabra que casi no usamos nunca y que deberíamos usar siempre. Esa palabra que significa que no todo está mal, que las cosas se van a arreglar. Esa palabra con la que deberíamos despertar cada mañana porque sólo haber despertado ya es un regalo de un nuevo día a disfrutar.

La esperanza, esa palabra que nos hace ver que cualquier día malo siempre tiene algo de bueno.