Dinámica Financiera. Podcast Gestión
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La figura del “Sandbox” nació en Europa el año 2015, como un espacio libre de regulación para que las empresas innovadoras puedan “probar” sus nuevos productos y servicios antes de lanzarlas al mercado. En el Perú, por primera vez, este mecanismo ha sido recogido en el Decreto de Urgencia 013-2020 (23.01.2020), norma que impulsa el mercado de financiamiento de capital para emprendimientos dinámicos y de alto impacto (startups) y, que debe estar reglamentada a más tardar en el primer trimestre del 2021.

Según Dario Bregante, Abogado del Área de Regulación Financiera y Fintech de EY Law, la reglamentación del Sandbox jugará un papel decisivo en impulsar la revolución FinTech en el Perú. “Si se regula bien, potencialmente el Sandbox regulatorio será un agente del cambio para modernizar nuestro sistema financiero; pero si se regula mal, podría ser una barrera para la innovación”, sentencia.

Agrega que, según el D.U 013-2020, compete a la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) y a la Superintendencia de Mercado de Valores (SMV), cada una dentro de sus competencias, emitir las normas complementarias para su operatividad efectiva.

“Pongamos un ejemplo: Una caja municipal desea abrir cuentas para clientes que realizan operaciones con criptoactivos, pero tiene dudas respecto al marco regulatorio aplicable. La caja podría solicitar a la SBS o la SMV, poder lanzar un proyecto piloto de este servicio y, de esa manera, probar un producto que por su naturaleza no podría desarrollarse bien fuera de un espacio controlado”, puntualiza.

Beneficios del Sandbox

Un primer beneficio, según Dario Bregante, es que fomenta la innovación y la competitividad de nuestra economía, dos conceptos que son los pilares para nuestro desarrollo económico. En segundo lugar, reduce el tiempo de salida de un servicio al mercado a un bajo costo, precisamente porque permite la experimentación, sin estar sujeto a sanciones o cargas regulatorias excesivas para un producto o servicio nuevo.

Otro beneficio, según Bregante, es que, brinda un mayor acceso a fuentes de financiamiento, en la medida que la regulación genera seguridad en los financiadores. Y, finalmente, el Sandbox fortalece el marco regulatorio de los servicios digitales, debido a que el Perú sería uno de los países pioneros en regularlo en la región.

Recomendaciones

Según Dario Bregante, la regulación del Sandbox debe ser balanceado y proporcional, y considerar alguno de los siguientes factores: En primer lugar, se debe compatibilizar los objetivos de los reguladores de preservar la solidez y estabilidad del sistema financiero, con los objetivos del Sandbox regulatorio, que es promover la innovación en nuevos productos o servicios en beneficio del consumidor final.

En segundo lugar, los reguladores deberán determinar quiénes, además de las empresas supervisadas, podrán participar en el Sandbox regulatorio. “En caso se permita solo el acceso a empresas supervisadas, deberá precisarse si éstas podrán colaborar con empresas no supervisadas mediante alianzas”, puntualiza.

En tercer lugar, resulta fundamental establecer criterios objetivos y claros que permitan neutralizar las externalidades de la experimentación de proyectos genuinamente innovadores y beneficiosos o, dicho en otro modo, impedir que el experimento genere ineficiencias en el mercado financiero.

En cuarto lugar, el periodo de prueba debe permitir a las empresas mejorar sus propuestas de valor o, por el contrario, abandonar lo antes posible los proyectos que no son viables. “En esa línea, resulta fundamental contar con un periodo de prueba flexible”, recomienda.

Finalmente, dado el riesgo que implica flexibilizar la regulación vigente, los reguladores deben contar con herramientas eficientes que permitan garantizar una gestión adecuada de los riesgos por parte de las empresas y la protección de los clientes durante la prueba.

Dario Bregante concluye que la regulación del Sandbox si puede ayudar significativamente al despegue de nuevos servicios financieros con alto componente digital y disruptivo e incrementar nuestra ansiada inclusión financiera. “El reto es evitar que, por controlar la experimentación e innovación en algunos servicios, se deterioren las condiciones existentes para innovar en otros segmentos”, finaliza.

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