Cambio es la palabra del presente y del futuro; pese a ello, es común aferrarnos a la misma forma hacer las cosas, a la «vieja normalidad». Por ejemplo, en la política esa «vieja normalidad» supone un modo de practicarla basado en la polarización y la división, en el que se realizan diagnósticos superficiales sobre los problemas de la sociedad, concentrándose más en atacar y defender que en buscar el bienestar de todos. No obstante, priorizar los intereses individuales sobre los colectivos no es exclusivo de los políticos.
En este episodio, Gisella Benavente – especialista en liderazgo y sostenibilidad y CEO de Axia Consulting Group – sostiene que en esta nueva era tener una visión sistémica es fundamental, pues vivimos en un entorno interdependiente en el que el bienestar personal no está separado del bienestar colectivo.
Benavente señala que nuestras sociedades son altamente desiguales lo que ha causado la percepción de que el sistema no funciona bien para todos, sino en favor de las élites. En este contexto, nos hemos acostumbrado a priorizar nuestros intereses individuales sobre los intereses colectivos.
«Actuamos pensando en lo que cada uno necesita sin considerar el impacto de esas acciones a nuestro alrededor; es decir, actuamos basados en objetivos personales sin objetivos colectivos y sin considerar el bien común», indica.
La especialista explica que en el mundo funcionamos como un sistema, vivimos en un sistema y estamos rodeados de sistemas. Y, en la medida que somos parte del mismo sistema compartimos la responsabilidad en el éxito o desgaste del mismo. Somos una fracción de un «todo» y, por tanto, la evolución de la humanidad solo puede estar basada en la cooperación.
«La evidencia de esto no está ocurriendo es que a pesar del desarrollo, el avance de la tecnología y el crecimiento económico estamos más conflictuados con nosotros mismos y con los demás; estamos más divididos; y, nos sentimos menos felices y satisfechos», comenta.
Pensamiento Sistémico
Benavente explica que tener pensamiento sistémico es, básicamente, tener la habilidad de mirar la figura completa. En un sistema todos los componentes se vinculan unos a otros y funcionan como un todo. Si bien cada uno puede funcionar de manera autónoma, son parte de una estructura mayor por lo que existe una constante relación e influencia entre todos los actores quienes, a su vez, forman parte de un mismo «todo».
«Cuando los seres humanos, que formamos la humanidad, actuamos basados solo en el bienestar individual sin considerar el bienestar común, estamos yendo contra nuestra propia naturaleza olvidando que somos parte de un «todo» más amplio», afirma.
En este sentido, la especialista concluye que no se trata de dejar de lado nuestros intereses, sino de comprender que no estamos aislados de los demás. Así, siendo parte de un mismo «todo» la transformación colectiva que queremos ver empieza por nosotros.
«Si tú cambias y yo cambio, habrá un cambio colectivo. La responsabilidad y el poder está en cada uno», finaliza.