Generalmente, no se asocia como un rol de la empresa preocuparse por la situación de la democracia. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que preocuparse sólo por el rendimiento económico es un error. En el Perú, estamos viviendo un periodo de inestabilidad política, lo que sumado al dramático impacto del , tendrá consecuencias en nuestra economía, en el bienestar de las personas y también en la situación de las empresas.

En este cuarto podcast, la especialista en estrategias corporativas y CEO de Kreab Perú, Gisella Benavente, aborda el tema: ¿por qué las empresas deberían preocuparse por la situación de la democracia?, explicando cuál es su rol para afrontar esta problemática y por qué es relevante.

Benavente explica que reconocidos indicadores globales nos revelan una grave crisis de confianza en la democracia, en los liderazgos tradicionales y en las instituciones. Por ejemplo, el Índice de Democracia publicado por la unidad de inteligencia de la revista The Economist, denominó al 2019 como el año de los retrocesos y las protestas populares.

Este índice mide el estado de la democracia en el mundo, incluyendo a 165 países, y el año pasado la calificación global fue de 5.4 sobre 10, cayendo en 4 de las 5 categorías. “La principal razón de la caída fue el retroceso en el promedio regional de América Latina y un sector de Africa”, puntualiza.

Señala que esto contrasta con los principales indicadores en materia económica, que antes del COVID–19 indicaban que el mundo nunca había sido más próspero.

“El PBI había crecido en los últimos 60 años y en el Perú, habíamos logrado un desarrollo económico que nos colocó como una de las mayores promesas de América Latina”, anota.

Curiosamente, según diversas investigaciones, el descontento con la democracia se relaciona principalmente con la frustración económica, y la percepción que las élites que participan en la política son corruptos y no les importa los ciudadanos. “Es importante precisar que la frustración económica a la que se refieren las personas no está relacionada a su nivel de ingresos, sino con las oportunidades para mejorar su calidad de vida”, puntualiza.

Benavente señala que sin gobiernos responsables de que exista un mercado libre y justo, con externalidades controladas y oportunidades iguales para todos, las sociedades corren el riesgo de volverse ‘populistas’ o caer en el ‘capitalismo clientista’, una economía supuestamente capitalista en la que el éxito de los negocios depende de una estrecha relación entre los empresarios y funcionarios públicos. Y ninguno de estos escenarios es positivo para los negocios.

“Para generar bienestar no es suficiente el crecimiento económico. Las personas tienen que saber que existe igualdad de oportunidades para mejorar su calidad de vida y, en el Perú, no hemos logrado que la mejora en la economía se traduzca en bienestar para la mayoría”, señala.

Finalmente, señala que las instituciones democráticas necesitan el respaldo del sector privado para sobrevivir. “Las cosas no van a cambiar en la medida que las empresas no comprendan que tienen un rol clave en el fortalecimiento o el desgaste del sistema democrático”, concluye.