La gran fragmentación de nuestra sociedad y la polarización social y política en la que vivimos continua incrementándose, haciendo que sea cada vez más difícil que las personas logren identificarse como parte de una misma sociedad.
En este episodio, la especialista en liderazgo y sostenibilidad, Gisella Benavente –CEO de Axia Consulting Group–, analiza la importancia de ser capaces de sostener un diálogo constructivo sobre temas en los que opinamos distinto, sobre todo en medio de un contexto de posturas extremas.
Benavente señala que el efecto de vivir en una sociedad altamente fragmentada y polarizada es que los grupos que se forman en la población tienen posiciones categóricamente tan opuestas que se elimina la capacidad de generar consensos. «Y la consecuencia de la incapacidad de generar consensos provoca formas violentas de manifestación para imponerse una sobre la otra», indica.
La polarización es la radicalización de posturas que se transforma en una especie de «guerra cultural en la que se reducen las posibilidades de tener discusiones razonadas y solucionar conflictos» pacíficamente, y más bien se resuelven las cosas por la fuerza y la victoria de unos conlleva a la destrucción de los otros. «De esta forma, la polarización impacta en el progreso de los países, pues se hace sumamente difícil dialogar o conciliar y establecer objetivos comunes», afirma.
La especialista advierte que dado que todos formamos parte de un mismo sistema el bienestar común debería ser la prioridad, sin embargo, estamos cada vez más alejados y la confianza está cada vez mas deteriorada. « Como ciudadanos diariamente lidiamos con esta situación y preocuparnos, lamentarnos, o mantenernos al margen no nos va a liberar de convivir en esta difícil realidad», comenta.
En este contexto, es importante reflexionar sobre el rol que hemos asumido y cómo reaccionamos cuando leemos o escuchamos un comentario que no refleja nuestra opinión. «Nos hemos acostumbrado a definirnos en función a nuestras creencias e ideologías, pero las personas no nacimos con nuestras opiniones», recuerda.
Muchas veces tenemos temor de admitir que estamos equivocados porque creemos que nos hace ver débiles o menos competentes, cuando es al revés. Lo que sucede, es que el ego protege nuestras creencias y con frecuencia escuchamos más a las personas que las validan; y, cuando algo que para nosotros es trascendente es cuestionado, nos cerramos en lugar de abrirnos.
La especialista explica que nuestra mente siempre va a hacer lo que considera mejor para protegernos y, por ejemplo, cuando estamos en una discusión en la que existen posiciones opuestas a la nuestra tratará de evitar que perdamos el poder de estar en lo correcto. Y cuando estamos en estado de alerta escuchamos menos, estamos más irritables y se reduce nuestra capacidad de examinar varias perspectivas, dejándonos atrapados en lo que nos hace sentir más seguros: yo estoy en lo correcto y tú estás equivocado. «En medio de un conflicto, generalmente, nos enfocamos más en lo que el otro hace y no en lo que nosotros queremos hacer y tomamos una postura para defender lo que creemos y no escuchamos posiciones que no reflejen nuestras opiniones», comenta.
Finalmente, Benavente recuerda que el populismo se apoya en exacerbar emociones, estimulando el miedo y el resentimiento público, con el fin de mantener un entorno dividido, incierto e improductivo. Por tanto, la polarización en nuestra sociedad la convierte en un terreno fértil para sembrar políticas populistas y nuestras reacciones podrían estar, inconscientemente, constribuyendo a su crecimiento.