América Latina y El Caribe vienen trabajado para migrar a fuentes de energías más limpias. Estas fuentes incluyen tecnologías donde se vienen mejorando gradualmente los estándares de eficiencia y costos de inversión como es caso de la energía eólica y solar, y, también incluyen energías nacientes, como el hidrógeno.
La región presenta diversas realidades pues las ambiciones de cada país están determinadas por la participación que tiene el sector energía en los inventarios de emisiones y a partir de la reducción de éstas combatir los efectos del cambio climático. Por ejemplo, en Perú, el sector energía aporta el 28% de las emisiones, similar a Colombia con 30%, mientras que en Chile, el 78% de las emisiones.
Perú parte desde una condición favorable desde el punto de vista del sector energía, ya que los principales esfuerzos para avanzar en la reducción de emisiones están en el mercado de la agricultura, silvicultura y otros usos del suelo, sectores que aportan el 66% del total, muy superior a lo que representa este rubro en Colombia (59%) y Chile (11%).
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Al respecto, Daniel Salazar, socio director de EnergiE, comenta que el sector eléctrico aporta del orden del 8% de las emisiones totales del Perú, debido a la existencia y aprovechamiento de recursos hídricos y gasíferos abundantes, y de la alta participación en su matriz eléctrica, condición similar que pocos países pueden exhibir.
Ahora bien, en la actualidad, no se aprecian avances profundos en las políticas públicas a la hora de impulsar una diversificación de su matriz y una electrificación de los usos finales de la energía, los cuales deberían ser el eje del desarrollo energético de las próximas décadas.
Retos y recomendaciones
En este camino, los desafíos son múltiples. Equilibrar ambición con realismo, el principal, más aún después de los efectos y consecuencias económicas que ha dejado el COVID-19 y la invasión de Rusia a Ucrania.
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Perú está en una etapa inicial del proceso de transición y debe aprovechar la fortaleza de su matriz eléctrica: hidro, gas e interconexión con Ecuador, para aspirar a integrar altos volúmenes de energía renovable variable. Sin embargo, no solo se debe concentrar en este sector sino también movilizar transformaciones en otros sectores de la economía -más resistentes o que presentan menos vocación de cambio- como lo son el transporte y los procesos industriales.
El ejecutivo recomienda relevar y priorizar tres: eliminar barreras de entrada para la inserción de nuevas tecnologías, en donde el sector eléctrico, puede hacer un gran aporte demostrativo y multiplicador, a través de la inserción de energía renovable variable -ya madura- y luego de almacenamiento; promover la competencia, tanto sea posible y no incurrir en mecanismos tipo subsidio para estas tecnologías.
Así como, diseñar una transición que evalúe y pondere los riesgos en términos de seguridad energética y costos.
En ese marco, este año se desarrollará la 11°va edición de Expo Energía Perú 2023, evento que permitirá intercambiar experiencias, lecciones y aprendizajes de cómo otros mercados están construyendo y recorriendo su proceso de transición energética.
“Es importante poder participar en este tipo de conferencias, ya que podemos reflexionar sobre lo que están haciendo otros mercados: Los países y economías de frontera en este ámbito están enfrentando grandes desafíos, solo basta estudiar los casos de California, Australia, y Alemania, entre otros, para comprender que la transición no va a ocurrir rápido y que se deben sortear múltiples dificultades”, puntualizó Salazar.
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