
¿Te ha pasado que, a pesar de tus logros, sientes que no los mereces? Esa percepción, aparentemente inofensiva, puede convertirse en un obstáculo serio para la carrera profesional y el bienestar emocional. Se trata del síndrome del impostor, un fenómeno psicológico que afecta con fuerza a mujeres líderes, profesionales jóvenes altamente capacitados y trabajadores en sectores altamente competitivos.
Solo en 2024, el Ministerio de Salud atendió más de 1.3 millones de casos de salud mental en el país, una cifra récord que refleja la creciente presión emocional que enfrentan los peruanos, en muchos casos relacionada con su desempeño laboral y autoexigencia.
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Maite Moreno, directora del Máster en Recursos Humanos de EAE Business School, explicó que el síndrome del impostor hace que las personas duden de su capacidad, atribuyan sus logros a factores externos y vivan con miedo a ser ‘descubiertos’ como un fraude. Esto puede derivar en sobreesfuerzo, ansiedad y decisiones que limitan su crecimiento profesional.
Aunque puede afectar a cualquier perfil, el fenómeno es más frecuente en mujeres que ocupan cargos de liderazgo en sectores donde la presencia femenina sigue siendo baja, así como en millennials expuestos a estándares de éxito poco realistas y a la constante comparación en redes sociales.
Señales más comunes del síndrome del impostor:
- Dificultad para aceptar elogios
- Creencia de que el éxito es inmerecido
- Miedo al error como evidencia de incompetencia
- Perfeccionismo extremo y metas inalcanzables
“Lo más peligroso del síndrome del impostor es que lleva a una dinámica de autoexigencia extrema que se disfraza de compromiso o perfeccionismo”, advierte Moreno.

¿Cómo superarlo?
La especialista recomienda cinco pasos clave para abordar este trastorno de forma efectiva:
- Registrar logros concretos: Tener una lista de proyectos, reconocimientos y comentarios positivos puede ayudar a contrarrestar las dudas.
- Aceptar elogios sin excusas: Responder con un simple “gracias” es un primer paso para validar los propios méritos.
- Cuestionar el diálogo interno negativo: Contrastar pensamientos limitantes con hechos objetivos permite una mirada más realista.
- Renunciar al perfeccionismo extremo: Establecer metas alcanzables es clave para mantener la motivación sin caer en la frustración.
- Buscar apoyo emocional o profesional: Conversar con un mentor o terapeuta puede ofrecer perspectiva y contención.
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El entorno laboral también juega un rol determinante. Líderes que reconocen el esfuerzo de sus equipos, normalizan el error como parte del aprendizaje y promueven la retroalimentación continua, generan espacios más seguros y propicios para el desarrollo.
Finalmente, programas de mentoría, cultura organizacional basada en el aprendizaje y una evaluación constante del clima emocional en las empresas, son buenas prácticas para prevenir la aparición del síndrome del impostor y mejorar el bienestar integral de los colaboradores.