Un mes después de haber sido designado por el Congreso en medio de una grave agitación social y política, el presidente de Perú, Francisco Sagasti, aún afronta el reto de ofrecer soluciones para enfrentar las demandas ciudadanas, la crisis económica y, sobre todo, la incertidumbre que genera una posible segunda ola de la pandemia en su país.
Más allá de una situación política compleja, el inicio de la campaña para las elecciones generales de abril próximo, el principal frente de crítica a su aún breve gestión se ha instalado en la respuesta poco convincente ante la pandemia del COVID-19, que se parece contradecir entre los llamados a mantener la alerta sanitaria y la decisión de reabrir todas la actividades económicas.
Sagasti ha salido al paso a la situación para reiterar que su gobierno no es solo de transición, ya que deberá entregar el mando el próximo 28 de julio, sino también de “emergencia”, con varios frentes de crisis por atender en el breve plazo de ocho meses.
“Cuenten con un gobierno con vocación de servicio, sin medias tintas o prebendas, que busca el beneficio de las personas”, aseguró el mandatario al ofrecer un balance de su primer mes de gestión junto con su gabinete de ministros.
Nuevo esquema
Uno de los principales retos de su gestión será la celebración de las elecciones generales de abril próximo, para lo cual ya se ha asegurado que una Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) llegue al país desde febrero, con el objetivo de supervisar la campaña electoral y garantizar que los comicios sean “limpios, libres y transparentes”.
Como parte de sus planes, en los que dijo que se tiene “que atender algunos puntos claves y puntuales”, el presidente peruano también anunció que tiene “el firme propósito” de mantener el gabinete de ministros que preside Violeta Bermúdez hasta el fin de su mandato.
“Sabemos que muchos ministros están trabajando 36 horas al día, diez días por semana y que todos los días son lunes, pero estamos aquí para trabajar”, remarcó antes de agregar que ya tienen “muy claramente definido un trabajo conjunto entre todos los ministros que se diferencia del esquema anterior”.
Ratificó, en ese sentido, que tiene “plena confianza” en todos sus ministros y que “con toda claridad” continuarán “trabajando sin ningún problema”.
Difícil transición
Sagasti, un congresista liberal del Partido Morado de 76 años, llegó a la jefatura del Estado tras haber sido designado por el Congreso en reemplazo de Manuel Merino, quien dimitió el 15 de noviembre a la presidencia en medio de las masivas protestas que se presentaron en su país tras la destitución de Martín Vizcarra.
De esa manera, el 17 de noviembre pasado juró como el tercer presidente peruano en una semana, con la misión de devolver la calma a un país con un mayoritario rechazo ciudadano a la clase política, urgido por respuestas ante la dura crisis económica y con la tasa de mortalidad más alta del mundo por la pandemia del COVID-19.
Consciente de la urgencia de las medidas a tomar en un breve plazo, el gobernante aseguró en su balance de primer mes que no está “mirando hacia atrás” para encontrar responsables de la crisis que encontró al llegar al poder, sino que se concentra en lo que tiene “que hacer ahora para la ciudadanía”.
“Esa es la preocupación”, remarcó antes de añadir que están “tratando de resolver problemas, los haya causado quien los haya causado, en lugar de mirar atrás a ver quién tiene o no tiene la culpa”.
Críticas y dudas
Sin embargo, entre la ciudadanía se ha asentado la idea de que el gobierno de transición aún es lento para tomar acciones y decisiones, y más aún para comunicarlas, al punto que son más las interrogantes que las certezas sobre las medidas inmediatas.
La principal preocupación de los peruanos se centra ahora en las medidas que se están tomando para asegurar la compra de las vacunas, más aún después de que se confirmase que aún no se ha suscrito ningún contrato con las farmacéuticas que las producen.
Aunque tanto Sagasti como sus ministros aseguran que pronto tendrán noticias concretas al respecto, muchos cuestionan que el gobierno no ofrezca precisiones sobre el tema, así como sobre el efecto sanitario que tendrán las actividades de fin de año en el país.
En este escenario, un reaparecido Manuel Merino, quien volvió a su escaño en el Congreso, pidió este jueves a Sagasti que se destinen más recursos para la compra de vacunas para evitar que una segunda ola vuelva “a causar los miles de muertos” de los últimos meses que, en su opinión, son responsabilidad de Vizcarra.
Economía en marcha
La otra gran preocupación de los peruanos es la respuesta ante la severa crisis económica causada por las restricciones que se impusieron para combatir a la pandemia que, según las proyecciones, llevarán al país a cerrar este año con una caída de entre 12% a 14% del Producto Bruto Interno (PBI).
A pesar de ello, el Gobierno mantiene la posición optimista de una rápida recuperación, al punto que el ministro de Economía y Finanzas, Waldo Mendoza, aseguró este jueves que “en la foto de fin de año, la economía peruana aparece como una economía pujante”.
Mendoza sostuvo que su país está recuperándose “mucho más rápido” que sus “vecinos latinoamericanos” e incluso consideró “posible” que la caída anual sea “un poco por debajo de 12%”.
Entre las razones para este optimismo mencionó a la disminución en el impacto de la pandemia en su país y al “muchísimo menor riesgo” en la apertura económica gracias a los audaces paquetes económicos que se destinaron a la población.
Salud y vida
Sagasti dedicó este jueves a visitar la región sureña de Tacna, fronteriza con Chile, donde supervisó proyectos para la generación de empleos, infraestructura de seguridad en la zona de frontera e iniciativas para la mejora de la productividad en esa localidad.
El gobernante aprovechó su visita para invocar a sus compatriotas para que piensen en “regalar” a sus seres queridos “salud y vida”, al respetar los protocolos sanitarios ante el COVID-19.