Hasta el momento, solo el premier Eduardo Arana ha confirmado la “intención”, pero afirmando que “no está dentro de su esquema inmediato”. (Foto: Presidencia)
Hasta el momento, solo el premier Eduardo Arana ha confirmado la “intención”, pero afirmando que “no está dentro de su esquema inmediato”. (Foto: Presidencia)

En la era de la imagen, el poder también se escenifica. Frente a cámaras, con el guión cuidadosamente calibrado, la presidenta estaría -o estuvo quizás- intentando dar el salto a la protagonizando un programa desde la señal del Estado.

De ser el caso, la pantalla, como en otras épocas y otros gobiernos, es la que siempre asume el riesgo de convertirse en escenario político. Y el costo, por supuesto, asumido por el erario público.

Hasta el momento, solo el premier ha confirmado la “intención”, pero afirmando que “no está dentro de su esquema inmediato”. Incluso, después de la conferencia del Consejo de Ministros, negó toda posibilidad que este programa pueda ver la luz:

“Nunca se trató de un proyecto de programa semanal. No se hará uso de ninguna plataforma del Estado para violar o aprovecharse y menos afectar la neutralidad electoral”, señaló.

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Sin embargo, si pensamos en un programa que tenga como protagonista a un presidente de la República, ¿puede un gobierno usar el aparato mediático del Estado para reposicionar su imagen en medio de una baja aprobación? ¿Cuánto le costaría al país una producción televisiva presidencial?

Aunque el aún no ha detallado oficialmente la existencia de un formato, nombre, ni frecuencia del espacio, fuentes cercanas al han confirmado que la propuesta estuvo y que incluso está en evaluación. Es un proyecto “demorado”, dice la fuente, añadiendo que por este motivo hay constantes movidas en el equipo de comunicaciones de Palacio.

El programa tendría como finalidad “conectar directamente con la población”, según adelantó un funcionario del entorno presidencial. Sin embargo, para expertos en comunicación política, la iniciativa plantea más dudas que certezas.

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¿Precedentes?

No sería la primera vez que una figura política peruana tendría la intención de usar medios estatales para protagonizar un espacio propio.

En 2019, la entonces congresista Yeni Vilcatoma condujo el programa “Sin Corrupción” en el canal del , generando una ola de críticas por el uso “personalista” del espacio.

Aunque el Poder Legislativo justificó el programa como parte de su línea informativa, el contenido estaba claramente alineado con el discurso político de la parlamentaria. Finalmente, el programa fue “suspendido” del aire y no volvió a retomarse.

Sin Corrupción era el programa que emitía el canal del Congreso en el 2019, conducido por la entonces congresista Yeni Vilcatoma.
Sin Corrupción era el programa que emitía el canal del Congreso en el 2019, conducido por la entonces congresista Yeni Vilcatoma.

Más allá de este caso, la iniciativa de que una presidenta conduzca un programa propio en la señal del Estado no tiene precedentes reales en el país.

“En el Perú, ningún presidente ha tenido un espacio propio, recurrente, en la televisión estatal. Ni Toledo, ni Alan García, ni Ollanta Humala. Tampoco Pedro Castillo o Martín Vizcarra”, afirma Hugo Coya, expresidente ejecutivo de IRTP, en entrevista con Gestión.

El caso más cercano fue el del expresidente , quien en 2017 impulsó un espacio quincenal titulado "Conversando con el Presidente". El programa, de unos 20 a 25 minutos, mostraba a Kuczynski entrevistando a sus ministros sobre los avances de sus carteras.

“Se grababan en distintas regiones, pero solo se emitieron tres episodios. El espacio fue levantado por falta de audiencia y por las críticas que generó”, recuerda Coya.

PPK entrevistó a la ministra de Salud en la tercera edición de su programa "Conversando con El Presidente"
PPK entrevistó a la ministra de Salud en la tercera edición de su programa "Conversando con El Presidente"

Más atrás en el tiempo, se puede mencionar el caso de , quien participó en el programa Concertando, aunque “eso fue antes de que fuera presidente, así que no cuenta como antecedente en ejercicio del cargo”, precisa el exfuncionario.

También se intentó un formato más reciente en la gestión de : el programa “Con punche Perú”.

“No lo conducía el presidente, sino voceros de distintos ministerios. Fue muy efímero y no logró audiencia”, señala Coya.

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¿Cuánto cuesta una producción televisiva del Estado?

Producir un programa semanal en el canal del Estado -de entre 30 a 60 minutos- no es gratuito. Aunque TV Perú cuenta con infraestructura y personal permanente, la puesta en marcha de un programa semanal implica una inversión considerable.

Según los estándares de producción de , un programa de media hora a una hora de duración puede costar entre S/ 40,000 y S/ 50,000 semanales si se opta por un formato modesto, y hasta S/ 150,000 por episodio si se requiere mayor despliegue técnico, escenografía, unidades móviles, postproducción y difusión multicanal.

Dependerá también si es programa grabado o en vivo, la cantidad de personal técnico y el tipo de escenografía y locación utilizada. Esto incluye camarógrafos, productores, guionistas, editores, iluminación, sonido y logística.

“Hay camarógrafos, iluminadores, operadores de sonido, técnicos de switcher, director técnico, productor general, guionistas, editores, diseñadores gráficos, musicalizadores, escenógrafos, personal de maquillaje, vestuario, transporte, seguridad, logística de refrigerios, y más. La televisión involucra a mucha gente, incluso para hacer un programa semanal”, comentó el expresidente de IRTP.

A pesar de que IRTP dispone de presupuesto anual asignado por ley, la creación de un nuevo programa no contemplado originalmente —especialmente si es impulsado desde Palacio de Gobierno— requiere justificación formal, aprobación institucional y probablemente una partida adicional de fondos. En ese contexto, la , a través de su Secretaría de Comunicación Social, aparece como la entidad más probable para asumir los costos, dado que la Secretaría de Prensa de Palacio no cuenta con los recursos ni las atribuciones para sostener una producción televisiva propia.

De no estar presupuestado, cualquier desembolso desde debe estar plenamente documentado, pues de lo contrario se expone a cuestionamientos de la , el o incluso la .

“Los funcionarios del IRTP no pueden usar la señal estatal libremente para este tipo de fines sin sustento normativo ni presupuestal. Si no está aprobado con anticipación en el presupuesto anual del Estado, puede haber consecuencias legales”, señala Hugo Coya.

Hugo Coya, expresidente de IRTP.
Hugo Coya, expresidente de IRTP.
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¿Qué dice la experiencia internacional?

El caso de no sería el único en la región. Varios líderes latinoamericanos han utilizado programas de televisión para reforzar su narrativa política:

  • condujo durante años el programa dominical "Aló Presidente", un espacio de varias horas que mezclaba anuncios, entretenimiento y discurso político.
  • En México, realizaba todas las mañanas la conferencia “mañanera”, transmitida en vivo por medios públicos, donde respondía preguntas de periodistas y lanza mensajes políticos.
  • En El Salvador, ha optado por el uso masivo de redes sociales y ocasionalmente de la televisión pública para difundir discursos y anuncios sin intermediación.
Aló Presidente, el programa de Hugo Chávez durante su mandato en Venezuela. Foto: Gobierno de Venezuela
Aló Presidente, el programa de Hugo Chávez durante su mandato en Venezuela. Foto: Gobierno de Venezuela

Sin embargo, en la mayoría de estos casos, los presidentes enfrentaron acusaciones de utilizar los recursos públicos con fines proselitistas.

El fondo del debate, por tanto, no es solo . Está en la naturaleza del formato.

“Un programa semanal protagonizado por la presidenta. sin contrapreguntas, sin fiscalización, sin prensa independiente, desnaturaliza el sentido de la comunicación pública y se convierte en un mecanismo de autopromoción con recursos del Estado”, dice Coya.

“No se trata de un espacio de diálogo ni de rendición de cuentas, sino de una vitrina para construir una narrativa oficial en un contexto de fuerte desaprobación ciudadana”, agregó.

La línea que separa la información institucional de la propaganda política se vuelve difusa cuando la autoridad en ejercicio se posiciona como figura central de un espacio televisivo pagado con fondos públicos.

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¿Comunicación de gobierno o precampaña encubierta?

El trascendido de este llega justo cuando la presidenta enfrenta una fuerte crisis de desaprobación, según las encuestas más recientes.

La ambigüedad del mensaje oficial -donde no queda claro si el espacio se enmarca en la estrategia de comunicación del gobierno o responde a una necesidad personal de visibilidad- incrementa las sospechas.

A esto se suma el hecho de que la presidenta ha optado por una estrategia comunicacional cerrada, con cero entrevistas a medios independientes y pocos -casi nulos- espacios de preguntas abiertas a la prensa.

En una ocasión la presidenta Dina Boluarte dio una ronda de entrevistas con diversos medios, entre ellos Cuarto Poder. Sin embargo, su silencio es más avasallante.
En una ocasión la presidenta Dina Boluarte dio una ronda de entrevistas con diversos medios, entre ellos Cuarto Poder. Sin embargo, su silencio es más avasallante.
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El dilema del canal del Estado

¿Medio público o gubernamental? La posible aparición de como conductora o figura central de un programa vuelve a poner bajo la lupa el rol del canal del Estado. ¿Debe ser un espacio plural que informe con independencia? ¿O puede servir como brazo comunicacional del Ejecutivo?

Desde hace años, gremios de periodistas y exfuncionarios del reclaman una reforma profunda del canal, que garantice su autonomía editorial y lo libere de injerencias políticas. Sin embargo, con cada nuevo gobierno, TV Perú suele ser objeto de cambios abruptos en su línea y personal directivo, sin mecanismos claros de transparencia.

Desde el , una eventual defensa del programa podría apoyarse en el argumento del alcance nacional del canal del Estado. Y no sería falso. “TV Perú llega a más del 90% del territorio nacional, cubriendo incluso zonas rurales a donde no llegan los medios privados. En términos de cobertura técnica, es el canal más extendido del país”, dice Hugo Coya.

Sin embargo, eso no equivale a rating ni a impacto real. Aunque cuenta con una audiencia cautiva en regiones alejadas, sus programas suelen tener bajo consumo en Lima y otras capitales, donde los canales privados dominan la preferencia. Un programa presidencial, aún con amplia cobertura, difícilmente podría competir con los espacios periodísticos dominicales o noticieros de alto alcance.

La mandataria Dina Boluarte usa las conferencias de prensa, denominadas "actividades oficiales" para difundir sus mensajes mediante el canal del Estado. Foto: Captura TV Perú.
La mandataria Dina Boluarte usa las conferencias de prensa, denominadas "actividades oficiales" para difundir sus mensajes mediante el canal del Estado. Foto: Captura TV Perú.
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¿Una oportunidad perdida o un síntoma del desgaste?

En momentos donde el país necesita transparencia, diálogo abierto y decisiones firmes para enfrentar la inseguridad, la crisis institucional y el descontento social, la apuesta del por un espacio televisivo parece apuntar más a una estrategia de imagen que a una reforma estructural de la comunicación del Estado.

El dilema de fondo no es si la presidenta tiene derecho a comunicar -porque lo tiene-, sino cómo lo hace, con qué recursos y con qué fines. Mientras tanto, los ciudadanos seguirán preguntándose si, además de aparecer en pantalla, su gobierno tiene algo nuevo que decir. O tal vez, sí finalmente tomará la decisión de hacerlo mediante un programa propio de televisión.

Los antecedentes regionales muestran que los programas presidenciales no siempre se traducen en mayor aprobación ciudadana. De hecho, suelen alimentar la polarización y provocar denuncias por uso indebido de recursos públicos.

“Un gobierno impopular no mejora su imagen solo por tener un programa televisivo financiado por todos los peruanos. Es una estrategia riesgosa, costosa y, desde el punto de vista ético, muy cuestionable”, concluye Coya.

SOBRE EL AUTOR

Escribo sobre política, economía y afines. Periodista con nueve años de experiencia en prensa escrita, radio y televisión.

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