Bloomberg.- Hay una broma dando vueltas en Twitter: entra en un bar. "¿Por qué esa cara falsa?", pregunta el cantinero.

Lamentablemente, se acerca demasiado a la verdad para ser realmente gracioso. El posterior al referéndum se ve extrañamente distinto al anterior al plebiscito. Menos unido, por cierto, y también, de alguna manera, empequeñecido como reino.

A menos de cinco meses del sorprendente voto británico a favor de abandonar la y a menos de cuatro meses de que comiencen oficialmente las negociaciones de salida, las asperezas en torno al se están intensificando.

Mientras que la primera ministra Theresa May insiste en que se va a atener a su cronograma y va a devolver el carnet de socio de la UE en marzo, la decisión del jueves del Tribunal Superior en el sentido de que el Parlamento debe celebrar una votación antes de que se inicie formalmente la salida de la UE ha sobresaltado a los partidarios del , que temen que los políticos puedan ingeniárselas para permanecer en la . Así es como el Daily Mail, uno de los periódicos más vendidos en el , eligió interpretar el fallo:

Enemigos del puebloFuria por los jueces 'desinformados' que desafiaron a 1,4 millones de votantes del y podrían desatar una crisis constitucional.

Incluso para un periódico sensacionalista, este es un titular bastante virulento. Pero refleja la sospecha de que la decisión de junio de algún modo podría no implementarse.

Bob Watt, profesor de Derecho en la Universidad de Buckingham, presentó una demanda ante el director del Ministerio Público acusando a las campañas a favor de "irse" de la práctica corrupta de "influencia indebida" durante el referéndum. Podría terminar en nada. Pero en el actual clima febril, fácilmente podría terminar en algo.

No ayuda a este clima el discurso de la primera ministra en ocasión de la conferencia de su partido el mes pasado, cuando descalificó las intenciones de la acción judicial.

Quienes sostienen que el Artículo 50 sólo puede ejecutarse tras el acuerdo de ambas Cámaras del Parlamento no están defendiendo la democracia, intentan subvertirla. No tratan de hacer bien el Brexit, sino de eliminarlo al demorarlo. Insultan la inteligencia del pueblo británico.

Ambos bandos en el debate están anclados en sus posiciones. Los partidarios del Brexit dicen que el Parlamento debe honrar la decisión del referéndum y abandonar la lo antes posible. Los opositores al sostienen que los votantes no estaban expresando el deseo de abandonar el acceso al mercado único y no contaban con datos suficientes sobre las consecuencias para emitir un juicio fundado.

De hecho, una encuesta publicada la semana pasada por YouGov sugiere que los que están a favor de permanecer dentro de la UE aún se niegan a reconocer el resultado. La organización encuestadora preguntó a quienes se oponen al dónde se encontraban en la escala Kubler-Ross utilizada para evaluar cómo la gente aborda el duelo. Un asombroso 32 por ciento dijo: "No creo que la población del realmente quería abandonar la UE".

Cualquiera que se pregunte si la reina Isabel podría sentirse obligada a intervenir se topará con que es algo imposible. La Carta de Derechos de 1869 expresamente prohíbe al monarca utilizar su autoridad real para prescindir de leyes votadas por el Parlamento, dice Jeff King, profesor de Derecho del University College.

"Creo que la reina nunca intercedería de ese modo por una serie de convenciones constitucionales que ella admite acertadamente que restringen el alcance de su autoridad", dijo en un correo electrónico en respuesta a una pregunta. "De modo que en virtud de la ley y de la convención, la reina no tiene poder para interceder".

El Gobierno está apelando a la Corte Suprema para que revoque el fallo del Tribunal Superior. Así, los jueces de la Corte Suprema o anulan las decisiones de sus hermanos del Tribunal superior, o dictaminan que el caso del fiscal general es aún insuficiente para que el Gobierno proceda sin un voto de la Cámara de los Comunes.

Quienes consideran que los miembros de la Cámara de los Comunes tienen el derecho – o quizás, la obligación, en verdad – de ignorar el referéndum no vinculante y rechazar el considerándolo un error pueden recurrir al estadista y parlamentario Edmund Burke.

Su "Discurso a los electores de Bristol", de 1774, ofrece un plan de acción a los políticos para que velen por los intereses de la nación en su conjunto y no por las preferencias de voto de sus propios electores.

"Vuestro representante os debe no sólo su industria, sino su juicio, y os traiciona, en vez de serviros, si lo sacrifica a vuestra opinión… El Parlamento es una asamblea deliberante de una nación, con un interés: el de la totalidad; donde deben guiar no los intereses y prejuicios locales, sino el bien general que resulta de la razón general del todo. Elegís un diputado; pero cuando le habéis escogido, no es el diputado por Bristol, sino un miembro del Parlamento", enfatiza Burke.

Es difícil sacudirse la sensación de que hubo algo parecido a un golpe, luego de la renuncia de David Cameron. El nuevo gobierno manifestó claramente su convicción de que Gran Bretaña puede forjar relaciones comerciales globales mejores que las que hoy tiene con la .

La aseveración de May de que "Brexit es Brexit" es una sonora consigna, pero nada más que una tautología sin alguna idea de hasta qué punto el Gobierno está dispuesto a sacrificar el comercio, y la City a frenar la inmigración.

Edmond de Goncourt en el siglo XIX escribió esto sobre las revoluciones.Estoy seguro de que los golpes de Estado resultarían mucho mejor si hubiese asientos, palcos y galerías para que uno pudiese ver lo que sucedía y no perderse de nada.

Aunque esta revolución no es sangrienta y es particularmente británica, los inversores tienden a evitar los países disconformes, divididos, que padecen golpes de Estado. Los británicos (y, por cierto, el resto del mundo) tienen una ubicación privilegiada en la turbulencia por el . Por ahora ha sido un espectáculo no edificante, con ambos bandos culpables de exageraciones, verdades a medias y alarmismo.