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Enfrentado a protestas violentas y caos político, el asediado Congreso de Perú eligió a un ingeniero y analista de sistemas educado en Estados Unidos para ser el presidente de la nación, el tercero en menos de una semana, en un intento por restablecer cierta calma.
Los legisladores votaron por Francisco Sagasti, un legislador con amplia experiencia en consultoría en el país y en el extranjero para liderar un nuevo Gobierno al elegirlo jefe de Congreso.
Sagasti, de 76 años, que tiene un doctorado de la Universidad de Pensilvania, es exjefe de planificación estratégica en el Banco Mundial y en una oportunidad fue asesor de Naciones Unidas sobre ciencia y tecnología.
Aunque ha sido legislador solo ocho meses, es visto como una figura conciliadora y libre de corrupción en un congreso fracturado y volátil, la mitad de cuyos miembros han sido acusados de algún delito.
Después de jurar, Sagasti dijo que buscaría curar a una nación angustiada a través de la equidad y la justicia.
‘Llamada de atención’
“Las protestas fueron una poderosa llamada de atención”, dijo. “La pandemia, la crisis económica, los problemas de seguridad no fueron suficientes. Tuvimos que esperar la muerte de dos jóvenes para darnos cuenta de la ignominia de la situación en la que estamos viviendo”.
“Él ya se soñaba a sí mismo presidente hace bastante tiempo”, dijo Miguel Jaramillo, investigador del grupo de expertos Grade, con sede en Lima, que Sagasti cofundó.
“Tiene bastante mejor preparación que cualquier otro congresista para asumir esta posición, y él tiene mejores chances de convencer a técnicos competentes para que se hagan cargo de la gestión pública de acá a julio el próximo año”.
El antecesor de Sagasti, Manuel Merino, asumió la presidencia la semana pasada tras la destitución sorpresa de Martín Vizcarra, solo cinco meses antes de las próximas elecciones generales del país. Después de que los manifestantes inundaran las calles de Lima, donde dos personas fueron asesinadas a tiros, Merino renunció el domingo.
Merino, su jefe de gabinete y el ministro del Interior están siendo investigados por la oficina del fiscal general por las dos muertes y por abuso de autoridad.
Como jefe del Congreso, Merino lideró la destitución de Vizcarra, uno de los políticos más populares del país, en lo que muchos vieron como una toma de poder descarada. Vizcarra contaba con el respaldo de gran parte de la nación, pero chocó con la legislatura --su partido no tiene miembros--, en una dinámica que ha paralizado la política peruana.
El Partido Morado de Sagasti es el único en el Congreso que ha votado directamente en contra de la expulsión de Vizcarra.
Sagasti se ha opuesto a las propuestas económicas del Congreso consideradas peligrosas por el Gobierno, como un gran pago en efectivo del fondo de jubilación estatal. Estaba en la lista con una legisladora de izquierda, Mirtha Vásquez, quien se convertirá en jefa interina del Congreso.
Paradoja de Perú
Perú ha sido durante mucho tiempo una paradoja: política salvaje e interminables acusaciones de corrupción, pero sólidas oportunidades económicas y de mercado. El ir y venir de numerosos presidentes rara vez ha afectado los fundamentos de la inversión.
Pero el lunes, su moneda, el sol, cayó a un mínimo récord. Este y otros activos responderán positivamente al nombramiento de Sagasti, según David Tuesta, quien se desempeñó como ministro de Economía y Finanzas del país en el 2018.
“Era la mejor opción de este congreso muy precario”, dijo Tuesta. Aun así, “la volatilidad del mercado se mantendrá hasta que se conozca el gabinete”.
Otros dijeron que la selección fortalecería a las instituciones sacudidas no solo por estas luchas internas, sino por el COVID-19 y los profundos desafíos económicos que ha traído a Perú.
“Francisco no hará nada para poner en peligro una transición democrática”, asegura Carlos Penny, un banquero veterano que enseñó en la Universidad del Pacífico al mismo tiempo que Sagasti. “Creo que será cauteloso al asegurarse de que el proceso sea fluido. Es una persona reflexiva, no impulsiva”.
Jo-Marie Burt, especialista en América Latina de la Universidad George Mason, afirma que lo que sucedió la semana pasada reflejó la naturaleza cruda de la política peruana. Vizcarra había buscado reformas, incluidos límites de mandato y el fin de la inmunidad parlamentaria, que muchos en el Congreso consideraron amenazantes.
‘Interés privado’
“Hay una coalición en el Congreso que actúa sobre su interés personal y privado para mantener sus escaños en el parlamento, su inmunidad parlamentaria, para poder postularse en el próximo gobierno y mantener el acceso a los fondos del gobierno”, dijo.
Agregó: "Los peruanos entendieron lo que estaba sucediendo y protestaron masivamente. Quieren poner fin a esta conspiración de “el vencedor se lleva el botín”.
La velocidad con la que el Congreso instaló un nuevo presidente fue una indicación de que sus miembros entendieron que el público se sentía traicionado y furioso. Las manifestaciones continuaron el lunes durante la votación.
Nicolás Urrutia, analista sénior de Control Risks, lo expresó de esta manera: “Cuando se reduce a sus elementos más simples, se tiene un Congreso muy impopular dirigido por un político de segundo o tercer grado que derrocó al jefe de Estado más popular en 20 años”.
En su declaración después de jurar, Sagasti dejó en claro que la división entre el Congreso y la gente debía ser reparada. Dijo que “el país quiere ser reconocido y poder decir ‘que ese Congreso me representa’”.
Después de la ceremonia, Sagasti salió a la calle frente al Congreso para saludar y alzar un puño a los manifestantes. Asumirá la presidencia interina el martes por la tarde.
En declaraciones a los periodistas, agregó: “No es momento de celebración. Tenemos demasiados problemas y dificultades. Es un momento de reflexión para preguntarnos dónde hemos perdido el rumbo, para corregir y avanzar decididamente”.