El 28 de abril de este 2022, Pedro Castillo, el presidente del Perú, posaba junto a Agustín Lozano, máxima autoridad de la Federación Peruana de Fútbol (FPF), para anunciar que existían las garantías gubernamentales para el desarrollo del Mundial Sub-17 del 2023. Han pasado casi seis meses desde aquel momento y ahora la organización del torneo es incierta.
Recordemos que el territorio peruano iba a albergar la Copa del Mundo juvenil en el 2021, pero el evento tuvo que ser pospuesto a causa de la pandemia de la COVID-19 (coronavirus). El certamen pasó a establecerse para el 2023 y la FIFA decidió mantener la localía de la ‘Blanquirroja’, lo cual, en cierto punto, era beneficioso: las autoridades nacionales tenían más tiempo para fijar su planificación.
Sin embargo, según reveló Latina, se han presentado algunos inconvenientes entre los asesores del Ejecutivo y la FPF respecto al presupuesto y las ciudades elegidas para los partidos, pese a que el presidente Pedro Castillo había firmado un compromiso.
En principio, el Estadio Miguel Grau de Piura, el Estadio Elías Aguirre de Chiclayo, el Estadio Nacional de Lima, el Estadio Jorge Basadre de Tacna y el Estadio Miguel Grau del Callao fueron seleccionados para el Mundial Sub-17, dado que las localidades donde se ubican cuentan con la capacidad hotelera requerida para esta clase de torneos.
No obstante, de acuerdo a la mencionada fuente, los asesores del Ejecutivo, liderados por Luis Alberto Mendieta Gavirondo (Jefe de gabinete técnico de la Presidente de la República), buscan realizar dos cambios: el presupuesto de S/. 298.830.052 debe ser reducido y Chiclayo, sin una justificación aparente, será eliminada de la lista de sedes.
Según amplía Latina, la organización del Mundial bajó el costo inicial para que la capital de Lambayeque no sea retirada, pero las autoridades gubernamentales mantuvieron su negativa. Frente a estas circunstancias, Agustín Lozano y otros integrantes de la Federación Peruana de Fútbol advirtieron que el torneo Sub-17 no podría realizarse.
El Gobierno no tomó a bien esta postura y para el Ejecutivo, la FPF será responsable si la Copa del Mundo no se realiza en el Perú. En ese sentido, en busca de enmendar esta posible debacle, el gabinete apuntaría todo a la realización los Juegos Bolivarianos del 2024, aunque el impacto deportivo no sería el mismo: se realizará en Ayacucho, en conmemoración del Bicentenario de la ciudad, y tendrá cercanía con los Juegos Olímpicos de ese mismo año, lo que disminuiría su efecto en cuanto a los participantes. De no haber mejora entre las partes, el IPD anunciará la devolución de la sede del Mundial Sub-17, lo que podría generar una sanción de la FIFA (no considerar al país para albergar futuras competencias).