Nils Sulca, arqueólogo y catedrático de Ayacucho, contó que una de las principales preguntas sobre el sitio arqueológico de Wari, que fue la capital del imperio prehispánico homónimo, es cómo lograron sostener a una población estimada en 20,000 personas.
El especialista, quien también es docente en la Universidad San Cristóbal de Huamanga, considera que encontró la respuesta a esta interrogante a través de su actual proyecto de excavación en Llaqtapampa. Este sitio, ubicado a gran altitud, es un paso entre la costa y la sierra donde solo crece ichu, un tipo de pasto utilizado para la crianza de camélidos.
Lo que ha encontrado Sulca es un sitio administrativo que controlaba el tránsito de alpacas y llamas en una cantidad muy considerable.
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La ruta de la alpaca
El arqueólogo relata que él y su equipo están trabajando en dos complejos mellizos. Las nombran Llact¡qapampa 1 y Llaqtapampa 2.
Las labores se han centrado en una de las áreas del sitio. De manera preliminar, Sulca indicó que este emplazamiento habría funcionado como corral para una gran cantidad de camélidos.
Se cree que en el sitio se habrían criado alpacas y llamas, pero también se practicaba el chaco, una actividad que perdura hasta el día de hoy. El chaco consiste en rodear a las vicuñas silvestres para quitarles su pelaje o cazarlas. Esta teoría se basa en el hallazgo de un relevante número de puntas de flecha en la zona.
Nils Sulca puntualizó que aún no han encontrado edificaciones que hayan servido de residencia. Asimismo, recalcó que faltan algunos análisis y cálculos para saber qué cantidad de camélidos pudieron tener en los cercos de Llactapampa.
Paisaje y arquitectura
El arqueólogo Nils Sulca indicó que los wari tomaban muy en cuenta el paisaje dónde se asentaban. Buscaban ojos de agua.
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Llaqtapampa no fue la excepción. Cerca a este sitio se ubica tres lagunas. Otra curiosidad es lo parecido que son las dos mitades de Llactapampa. Salvo por poca diferencia en la superficie ocupada, no hay mucha distinción de estas estructuras, “espacios cuadrangulares inmensa”, en palabras de Sulca.
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