
Nayib Bukele, presidente de El Salvador, ha implementado recientemente un plan de disciplina en todas las escuelas públicas, donde se controlará férreamente la apariencia y actitudes de los estudiantes; caso contrario, no podrán avanzar de grado. ¿Es suficiente la mano dura para reformar el sistema educativo peruano? Especialistas lo explican.
Las claves del programa disciplinario de Nayib Bukele en escuelas
La abanderada de este cambio es la capitana Karla Trigueros, oficial de la Fuerza Armada salvadoreña designada como ministra de Educación. La funcionaria —completamente uniformada— presencia in situ el cumplimiento de los siguientes criterios:
- Usar el “uniforme limpio y ordenado”.
- Apariencia “correcta”. Varones con un corte de cabello convencional —sin degradados, ni estilos mohawk o Edgar— y las mujeres, con la falda por debajo de la rodilla.
- Los docentes y directores deberán recibir a los estudiantes en los portones y comprobar que cumplan con saludar respetuosamente. “Por favor” y “gracias” para cada oración expresada.
Según el Reglamento para la Promoción de la Cortesía Escolar del plan Bukele, regirá un sistema de deméritos para fomentar la buena convivencia; y si los estudiantes no cumplen con saludar al entrar o salir del aula o usan un tono grosero o irrespetuoso hacia compañeros, docentes y personal, se lo penalizará.
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Con tres deméritos, se le dará una advertencia verbal al escolar; con seis, se comunicará a la familia; con 10, se lo suspenderá de privilegios como participar en actividades recreativas; con más de 10, se citará a los padres y, de llegar a 15 deméritos, no será promovido de grado.

Dichas amonestaciones podrán ser eliminadas con “una semana completa de saludos y expresiones de cortesía ejemplares”; “apoyo voluntario en labores de limpieza” y “participación en campañas de valores”. Este esquema punitivo es supervisado por la Dirección Nacional de Convivencia Escolar.
“Con este reglamento fomentaremos valores esenciales como el respeto y la cortesía entre nuestros estudiantes, docentes y personal administrativo”, según Trigueros.
¿Afecta el plan Bukele al desarrollo de los niños?
Esperanza Marchand, coordinadora de Equipos Docentes del Perú, advierte que la aplicación del miedo como herramienta de formación escolar someterá a los estudiantes a una rutina similar, en parte, a la que vive un presidiario.
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“Se les restará capacidad crítica. No tendrán mecanismos para disentir porque el docente se puede sentir atacado, y por ende, se lo castigará y puede correr el riesgo de repetir (el año). Este plan (de Bukele) no se enfoca en el desarrollo intelectual ni habilidades. Se los tendrá uniformados, callados y mecanizados. Sin autonomía”, indicó a Gestión.
Marchand insistió en que llevar un corte de cabello estilo militar o llevar una falda más larga no convertirá a los niños en mejores personas, ya que el principal problema es la ausencia de disciplina personal proveniente del hogar y una “reformulación” integral de los programas académicos. Dicha crítica, a pesar de la diferencia demográfica entre El Salvador y Perú, aplica para sendos países.

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Antes de que Bukele llegara al poder en 2019, se cometieron 2,390 asesinatos; al cierre del 2024, apenas hubo 114 homicidios. El Salvador es ahora uno de los países más seguros del mundo, y en palabras de su presidente, las escuelas eran controladas por pandillas maras.
“Dicen que quien no conoce su historia está condenado a repetirla. El Salvador no la va a repetir, por más que nos critiquen”, manifestó Nayib Bukele.
Paul Neira, director general de The Learning Factor, comentó a Gestión que si bien Bukele busca atacar de raíz el problema de la criminalidad, el autoritarismo no es la solución porque no se está priorizando el rol del docente ni dotando sus recursos.
“Según el último Summit Internacional de Educación 2025 realizado en Santiago (Chile), ha disminuido la voluntad para ejercer la docencia por condiciones laborales desfavorables. UNESCO estima que para 2032 faltarán 42 millones de profesores a nivel mundial. No se valora ya al profesor”, añadió.
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Tanto El Salvador como Perú padecen un mal endémico: la violencia y criminalidad —sostuvo Neira— lo que conllevó que los profesores operen bajo amenaza de los padres y el irrespeto de sus estudiantes en el aparato público. “Se quiere que los alumnos respeten a sus docentes pero, ¿acaso garantiza que se sacarán mejores notas en matemática? Eso de que “la letra entra con sangre” es hacerlo funcionar basándose en el temor”, apuntó.

Ambos expertos coinciden en que el plan de militarización escolar de Nayib Bukele agravaría las brechas de aprendizaje en Perú, y busca más bien un rédito político, en un contexto donde el presidente salvadoreño podrá ser reelegido permanentemente; sumado a que abre las puertas a más políticas de control conductual fuera de los colegios.
“Los estudiantes deben obrar bien porque están convencidos de que así deben ser las cosas, no por el miedo a que venga la policía o la directora a llamarle la atención. Una actitud represiva, castigadora, no es el camino”, reflexionó Marchand.
¿Qué debe corregirse en el sistema educativo peruano?
Para Marchand es necesario que la reforma educativa en nuestro país priorice el desarrollo de la consciencia autónoma y la capacidad de análisis en los escolares, dado que si bien existen programas como el Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica (DPCC), así como Educación para el Trabajo, no basta con que se memoricen fechas para aprobar un examen o se los capacite para un potencial empleo.
“En DPCC se vela por el desarrollo personal y cívico de los chicos, para que conozcan sus derechos y sepan sus deberes conforme las reglas que manda la Constitución y la sociedad. Está bien eso, pero los profesores deben aprender a llegar al nuevo estudiante porque se necesita más que dictar y memorizar. Se debe crear capacidad de análisis y recoger la opinión de los estudiantes cuando se les enseñe, por ejemplo, sobre la mita y minka (sistemas de tributación y trabajo colectivo del incanato, respectivamente), y discernir con ellos sobre cómo podría impactar este modelo o adecuarse a nuestros tiempos”, agregó.

Según la pedagoga, el reajuste al sistema educativo debe combinar el desarrollo de capacidades de aprendizaje y habilidades técnicas como lo hace Educación para el Trabajo con talleres de mecánica, electricidad, maderería, repostería, entre otras, pero no dejar de lado la formación de valores cívicos en torno al respeto a la opinión de los demás y, sobre todo, de los mayores.
“Eso de ‘A cocachos aprendí’ hasta hace algunos años se empleaba. Ha disminuido, pero ahora nos fuimos al otro lado, donde muchos profesores prefieren quedarse callados por temor a que les pase algo. Dicho respeto y equilibro no está en la propuesta de los metodólogos del Minedu, o no lo quieren entender”, soslayó.

Periodista con más de 5 años de experiencia en la cobertura de coyuntura económica e informes especiales en prensa escrita y digital.