Sin agua no hay vida. La región Piura está en alerta roja ante la peor crisis hídrica de su historia. La empresa prestadora de servicio -EPS Grau advirtió que la cantidad de agua que hoy tiene la represa Poechos alcanzaría para abastecer a la población solo por un mes, por lo que se ha restringido el suministro de este recurso al sector agrícola. ¿Es la única región en esta situación?
De acuerdo al último reporte del Senamhi, el reservorio de Tinajones, en Lambayeque, que en teoría cuenta con una capacidad máxima de 293.8 millones de metros cúbicos (MMC), almacena al 25 de octubre del 2024 solo 88.4 MMC, cayendo un 96% respecto al mismo mes del año pasado. En Poechos (Piura), se redujo en 67% en el mismo periodo analizado (ver cuadro).
Nadie atendió la alerta
En Perú, la atención por el aseguramiento hídrico tendría que ser casi igual de importante que cuando la Selección peruana pasó la Clasificatoria. Sin este recurso, dos quintas partes del PBI peruano no podría desarrollarse plenamente: minería, vivienda, agricultura y electricidad.
Sin embargo, la capacidad de almacenamiento de agua superficial en Perú es una de las más bajas respecto de los puntos de referencia mundiales. Incluso si se compara con el promedio de América Latina, la capacidad es mínima: 184 m3 /persona frente a los 2.500 m3 /persona de la región -ubicándonos por debajo de Chile y Ecuador-, según un informe del Banco Mundial del 2023.
Justamente, el estado de la infraestructura hídrica nacional complica el panorama. La represa Poechos -la mas grande del Perú-, por ejemplo, que se construyó para atender la demanda de la parte baja de Chira-Piura, se diseñó para almacenar 1,000 millones de m3 pero, para el 2018, solo retenía el 30% debido a la gran sedimentación (volumen muerto de 70%), generado por la erosión del suelo (el efecto de las lluvias y eventos climáticos extraordinarios como el Fenómeno de El Niño).
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“No hay un estudio sobre el caudal medio, líquido y sólido, pero en eventos extraordinarios, como un Niño Global, hablamos de un incremento de 10 a 15 veces más de lo normal. Esa es la cantidad de sedimentación adicional que podría quedar en los reservorios”, estima Sebastián Santayana, docente de la Universidad Nacional Agraria La Molina (Unalm).
El Banco Mundial reportó que la represa Gallito Ciego ubicada en Cajamarca, considerada de gran importancia por su abastecimiento al agro y una hidroeléctrica, ha perdido más del 50 % de su capacidad total en menos de 34 años de operaciones.
Máximo Hata, un exfuncionario de la ANA y consultor de gestión de Recursos Hídricos, explicó que de las cerca de 200 presas, más de la mitad -entre pequeñas y medianas- se ubican en la sierra o ceja de selva; el resto, están a lo largo de la costa. De ellas, según el especialista, las ubicadas en la zona norte hasta la zona centro fueron las más afectadas por el Niño Global, que duró hasta el verano del 2024.
“Estoy considerando a la presa San Lorenzo, Poechos, Gallito Ciego, Tambo Ccaraacocha, Majes y presa Limón, por indicar algunas”, anotó.
Solo en Piura hay tres presas (San Lorenzo, Poechos y Macacará); en Cajamarca hay más de 20, algunas en la parte más alta (Gallito Ciego, La Compuerta, Quengococha, Alto Perú, entre otras); en Lambayeque hay 8 (Tinajones, Palo Verde, La Viña, etc.); y en La Libertad también hay más de 20 (Palo Redondo, San Lorenzo). Lima y Áncash son las regiones con más presas en el país, según el inventario nacional de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), que solo monitorea 273 presas de las más de 700 que existen en el país.
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Solo la presa Tinajones podría tener un impacto ‘más moderado’ por el próximo evento climático, pues es una presa lateral, es decir, no se encuentra en el lecho del río, sino, sale de un canal de liberación y se deposita. Por ello, el peligro de sedimentación y desembalse es menor, explica Santayana.
Los embalses se construyen para almacenar agua en la época de lluvia y usar ese recurso en la época de estiaje y, para tomar en cuenta la capacidades de almacenar, esta se calcula en base a la variabilidad estacional de las precipitaciones, sin embargo, este indicador ha cambiado ‘significativamente’ en los últimos años en el país, mencionan los expertos.
El Banco Mundial así también lo plasma: “Perú tiene una variabilidad estacional de 2.9 y una variabilidad interanual de 4.20, lo que equivale a un 20 % y un 115% más que los promedios de América Latina y el Caribe, respectivamente. Los datos históricos indican que la precipitación anual puede variar significativamente en cuencas productivas clave, con una disminución del 40 % a un aumento del 50 % entre años”.
Cabe indicar que, si hay una disminución del 40 % en la precipitación en un año determinado en todo el país debido a una mayor variabilidad interanual, solo 60 de las 231 cuencas mantendrán un excedente de agua en Perú.
Hasta ahora, la capacidad total de almacenamiento en las represas del Perú es de aproximadamente 5,77 MMMC/año, y los sistemas de transferencia entre cuencas desvían 950 millones de m3 por año (MCM/año) de las regiones con abundancia de agua a las regiones con escasez de agua.
A menos gestión, más costo fiscal
El crecimiento del Perú depende del agua, adviertió el organismo multilateral en su informe. Sin embargo -anota- nuestro país enfrenta la mayor variabilidad climática de América Latina y el Caribe y una importante distribución espacial de las precipitaciones.
“La falta de una respuesta integral y local aumenta la vulnerabilidad de los sistemas de almacenamiento del agua del Perú ante estos eventos climáticos cada vez más frecuentes”, refiere.
A nivel económico, el Banco estima que un limitado manejo hídrico, que genera inundaciones y sequías, le cuestan a Perú hasta US$ 13.400 millones al año. Además se puede perder el 4.1 % de los puestos de trabajo como resultado de las pérdidas relacionadas con el agua en la agricultura, minería, manufactura, salud y los ingresos de los hogares.
¿Quién resuelve?
Pero una de las preguntas que queda en el aire en Perú y que grafica la situación de la gestión hídrica es, ¿Quién resuelve el problema?
Hoy la gestión del agua no solo recae sobre la ANA, también sobre el Ministerio de Vivienda y Construcción (agua potable), y las autoridades locales. Y aunque en el 2009 se aprobó la Ley de Recursos Hídricos que señalaba que la ANA se adscribía al Ministerio del Ambiente (Minam) por su enfoque transversal, esto nunca sucedió y permanece aún en el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri).
El docente de la UNALM, Sebastían Santayana, dijo a Gestión, que en su opinión la ANA debería estar adscrita a la PCM y fortalecer su autonomía. Y es que requiere de ese respaldo directo para poder dirigir las negociaciones binacionales, por ejemplo, con Ecuador, para destrabar proyectos de almacenamiento como Puyango-Tumbes.
“Necesitaríamos 11 presas nuevas para almacenar 1,500 MM/m3 más, casi un Poechos, porque ya no hay lugar para reservorios más grandes”, indicó.
Hata también sostuvo que lo “ideal sería que la ANA pase a la PCM”. “Hasta ahora se mantiene en el Midagri como herencia de la reforma Agraria de Velasco, porque el agua estaba orientado a la actividad agrícola, pero ahora se trata de una gestión multisectorial”, finalizó.
Ambos especialistas concluyeron que, en el corto plazo, la solución más viable para evitar la mayor sedimentación es la forestación y reforestación en las cuencas y cerca a los ríos.
Dato
- En su informe publicado el 6 de julio del 2023, el Banco Mundial también informó que la ANA cuenta con un inventario nacional de 730 presas, pero a la fecha solo se dispone de información completa de 273 de ellas. El inventario reveló que solo 39 represas tenían instrumentación de monitoreo adecuada, y había planes en marcha para modernizar la instrumentación de ocho represas adicionales.