La Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) intenta alcanzar lo más pronto posible un convenio con Estados Unidos para frenar la salida de avionetas del narcotráfico, cuando el cultivo de hoja de coca crece en zonas como la frontera con Brasil.
El jefe de Devida, Ricardo Soberón, afirmó que los esfuerzos de países productores de coca como Perú han sido difíciles por la creciente demanda global de cocaína y que por eso se requiere revisar el “principio de responsabilidad compartida” con naciones consumidoras como Estados Unidos.
El gobierno del presidente Pedro Castillo anunció en marzo que busca un acuerdo con Estados Unidos que permita a las fuerzas de seguridad recibir apoyo para la interceptación “no letal” de avionetas que transportan drogas ilegales.
Washington suspendió hace dos décadas su apoyo para la intercepción de avionetas después de que la Fuerza Aérea peruana derribó una nave al confundirla con una de narcotraficantes, lo que provocó la muerte a dos ciudadanos estadounidenses.
“El proceso ahora es estrictamente de negociación bilateral, la cancillería peruana lo tiene en sus manos, así que esperamos lo más pronto posible terminar eso”, afirmó Soberón.
Declaró que espera viajar a Washington en agosto o inicios de setiembre para reunirse con las autoridades del Departamento de Estado de Estados Unidos para “señalarles las limitaciones que representa la interdicción no letal”.
“Debemos de maximizarla de tal modo que pueda permitir una acción oportuna, rápida y eficiente de las autoridades peruanas, colombianas, brasileñas, bolivianas y paraguayas para que la información se convierta en un proyectil que permita la incautación de la droga y la captura de la avioneta”, afirmó.
Representantes de la embajada de Estados Unidos en Lima no estuvieron disponibles de inmediato para consultas.
Perú y Colombia son los dos mayores productores del mundo de cocaína y Estados Unidos es un gran consumidor de esta droga.
Soberón manifestó que se estima que hubo “un alza” de las áreas de cultivo de hoja de coca en Perú en el 2021, luego de un aumento de un 13% a unas 61,700 hectáreas en el 2020, cifra que difiere de las 88,200 de hectáreas que calculó Estados Unidos.
Advirtió que una de las regiones de mayor crecimiento es Ucayali, zona amazónica en la frontera con Brasil cuya superficie cultivada de hoja de coca aumentó casi seis veces en dos años para sumar 10,229 hectáreas en el 2021.
“Sin duda de Ucayali es nuestro foco de atención”, dijo Soberón. La región se ha convertido en una zona clave para sacar la droga a Brasil y de allí hacia los mercados de Europa, África y Asia. Son “las nuevas estructuras de comercio que tienen los narcotraficantes para Brasil, (a través de) las vías fluviales, vías áreas y vías terrestres”, agregó el funcionario.
Ucayali es vecina a la convulsionada zona andina llamada el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), que produce más de dos tercios de cocaína del país y donde los narcotraficantes operan en alianza con los remanentes del grupo terrorista Sendero Luminoso.
Soberón afirmó que Perú ha lanzado un nuevo plan para combatir el narcotráfico llamado “pacto social ciudadano”, con el compromiso de las zonas cocaleras de disminuir de forma voluntaria sus cultivos a cambio del desarrollo de productos alternativos como café, cacao y algunas frutas.
Finalmente, señaló que en los primeros seis meses del año se han erradicado 10,000 hectáreas de cultivo ilegal de hoja de coca, poco más de la mitad de la meta anual de 19,000 hectáreas.