“¿De qué vamos a vivir ahora?” se preguntan con pesar los pescadores del Callao, tras el derrame de unos 6,000 barriles de crudo de la petrolera española Repsol en la costa central de Perú, atribuido por la empresa al oleaje causado por la erupción volcánica en Tonga.
Portando redes de pesca y aves marinas muertas por el crudo, cientos de pescadores artesanales de Ventanilla -un distrito situado al norte del puerto del Callao (vecino a Lima)- han acudido durante la semana a las puertas de la Refinería La Pampilla (Relapasa) propiedad de la española Repsol, para protestar por los daños en la flora y fauna marinas causados por el derrame ocurrido el sábado.
“De qué vamos a vivir ahora, esa es nuestra preocupación. Hemos perdido nuestra fuente de trabajo y no sabemos cuándo puede acabar esto”, declaró Miguel Ángel Núñez, quien lideraba la protesta.
“Queremos que reconozcan el daño. El derrame fue causado por una negligencia de los señores” de Repsol, aseguró Núñez.
En la costa de Ventanilla vive una diversidad de peces, como lenguado, lornas y chitas, que son utilizados para preparar ceviche, el plato bandera de este país famoso por su gastronomía.
Perú exigió el miércoles a Repsol “resarcir” los daños por el derrame de los 6,000 barriles de crudo, atribuido por la empresa al oleaje causado por la erupción volcánica en Tonga.
Según la Cancillería, “esta terrible situación ha puesto en peligro la flora y fauna en dos áreas naturales protegidas” que incluyen la Reserva Nacional del Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras, Islotes de Pescadores y la Zona Reservada Ancón.
El Ministerio del Ambiente confirmó que fueron afectados más de 174 hectáreas (equivalentes a unos 270 campos de fútbol) en la franja de playa-litoral, y 118 de superficie en el mar.
“¿Qué vamos a hacer?”
“Esta catástrofe no va a ser de uno o cuatro meses va a durar por años. Hoy en día no tenemos trabajo. ¿Qué vamos a hacer?”, expresó el pescador Roberto Carlos Espinoza.
Unos 1,500 pescadores artesanales se ganan la vida en esta zona. Antes del derrame cada uno conseguía entre S/ 50 a S/ 120 diarios (entre US$ 12.2 y US$ 30).
“El derrame ha afectado toda biomasa de flora y fauna. Ellos han faltado con su plan de contingencia y dejaron avanzar el derrame, por eso están muriendo las aves”, agregó Espinoza.
Las autoridades peruanas hallaron numerosos peces y aves cubiertos de petróleo, muchos de ellos muertos, aunque algunos fueron rescatados.
El derrame ocurrió el sábado en la Refinería La Pampilla durante el proceso de descarga del buque tanque “Mare Dorium”, de bandera italiana y cargado con 985,000 barriles de crudo. Ese día hubo fuerte oleaje en la costa del Pacífico americano tras la erupción en Tonga.
El derrame por las corrientes marinas se ha expandido a las playas de los distritos de Ancón, Santa Rosa y Chancay, donde se hallaron aves, lobos marinos y pingüinos muertos.
El Ministerio de Salud (Minsa) identificó que 21 playas del litoral fueron afectadas por el derrame, y recomendó a la ciudadanía no acudir a esos espacios públicos pues tienen calificación “no saludable”.
Dos años para limpiar
Brigadas de trabajadores de Repsol con trajes blancos, botas y guantes estuvieron el miércoles recogiendo el hidrocarburo vertido sobre las orillas y peñascos de la playa Cavero en Ventanilla, una de la más afectadas.
Cerca de esta playa, que luce cubierta por un gran ‘manto negro’, está la barriada Pachacútec.
Los obreros usan palas y esponjas largas para recoger el petróleo en bolsas de plástico y barriles, mientras decenas de miembros de la Marina custodian las playas.
El operativo se realizó bajo el sol inclemente del verano austral. El olor a hidrocarburos es fuerte.
“Trabajar con esto (petróleo) no es fácil, pero lamentablemente uno necesita el empleo”, dijo el trabajador Giancarlo Briceño tras sacar una bolsa repleta de crudo.
“Es duro, es bastante tóxico, arde la cara”, declaró otro trabajador, Pedro Guzmán, tras lamentar la muerte de aves marinas.
“Con los equipos adecuados y trabajando de la manera correcta la limpieza demoraría al menos dos años”, explicó el científico peruano Marino Morikawa.
La fiscalía peruana abrió una investigación por el presunto delito de contaminación ambiental contra los representantes legales y funcionarios de la refinería. Las multas podrían alcanzar los US$ 34.5 millones, advirtieron las autoridades.
“El Estado va a ser inflexible, habrá una sanción de acuerdo con la omisión o acción que haya cometido la empresa”, afirmó el ministro del Ambiente, Rubén Ramírez.
La vocera de Repsol en Perú, Tine van den Wall Bake Rodríguez, negó que la empresa sea responsable del derrame. “No podemos decir quién es el responsable” de este “lamentable incidente”, sostuvo.
Relapasa tiene una capacidad de procesamiento de 117,000 barriles diarios, más de la mitad del volumen total de refinación de Perú, según la propia petrolera española.