Una comunidad indígena shipibo-konibo de la región Ucayali en la Amazonía peruana, cuyas tierras están invadidas por cultivos de hoja de coca y laboratorios de cocaína, denunció que fue hostigada por presuntos narcotraficantes armados que entraron a la comunidad en busca de sus dirigentes.
El líder indígena Jamer López, de la etnia shipibo-konibo, dijo este jueves que un grupo de hombres con armas de fuego ingresaron al sector poblado de la comunidad Flor de Ucayali, ubicada en los bosques del distrito de Masisea, y llegaron a la casa del dirigente comunal.
“La comunidad está en alerta máxima, se formaron dos grupos: uno está resguardando la comunidad y otro movilizándose para rastrear a los que están pretendiendo atacar”, dijo López. Indicó que se confirmó por las huellas que los atacantes tenían “botas y borceguíes”.
López añadió que por la noche los ciudadanos de Flor de Ucayali apagaron las luces de la zona poblada como estrategia de supervivencia.
Flor de Ucayali es una de innumerables comunidades indígenas de la Amazonía de Perú -fronteriza con Brasil- que en la última década comenzaron a ser invadidas por sembradores de hoja de coca que luego transforman la planta en droga y la exportan a Bolivia y Brasil usando avionetas ilegales, según la policía.
Los dirigentes de Flor de Ucayali, como otros líderes indígenas de la Amazonía, han denunciado la presencia de narcotraficantes y taladores de árboles a las autoridades de la región Ucayali y al gobierno central, pero la ayuda que han recibido es casi nula.
La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, una organización no gubernamental (ONG), reportó que desde el 2013 unos 17 defensores de bosques han sido asesinados por el narcotráfico y la tala ilegal. La violencia se incrementó durante la pandemia y entre el 2020 y 2021 ha habido nueve asesinatos.
Los especialistas sostienen también que la tala ilegal de madera, el narcotráfico y la minería ilegal son delitos ligados en la Amazonía, al igual que en otras zonas selváticas de América Latina.
Perú es el segundo productor de cocaína en el mundo y el segundo cultivador global de hoja de coca, de acuerdo con datos de la agencia antidrogas estadounidense DEA y Naciones Unidas.