En una carrera contrarreloj en playas de la costa central de Perú, cientos de brigadistas limpian el petróleo derramado hace 11 días mientras un buque tanque descargaba crudo en la Refinería La Pampilla (Relapasa) de Respol.
Bajo el intenso calor del verano austral y soportando los gases tóxicos del crudo, los brigadistas recogen el petróleo vertido en la arena y roqueríos y lo van almacenando temporalmente en piscinas de hule instaladas para este fin.
Los brigadistas, entre ellos decenas de militares, visten trajes de protección, guantes, botas y mascarillas mientras trabajan afanosamente en playas del distrito de Ventanilla en el Callao, 30 km al norte de Lima, el distrito donde se encuentra Relapasa de la compañía española Repsol. La empresa atribuyó el accidente, ocurrido el 15 de enero, al oleaje causado por la erupción volcánica en Tonga.
“Mi labor consiste en sustraer petróleo y llenar las tinas [piscinas]. Trabajar con petróleo es arduo, es complicado, se siente la sofocación con el sol”, dijo Jonathan Leandro, de 33 años, un pescador artesanal. en la playa Cavero de Ventanilla, la más afectada por el derrame, que ahora se gana limpiando el crudo.
“Tengo miedo de poderme enfermar o absorber un poco de petróleo. Así tenga el equipo de protección que tenga, tengo miedo”, admitió Leandro en una pausa de su ardua labor.
10,000 litros al día
En las piscinas de hule amarillo de esta playa se depositan unos 10,000 litros de petróleo por día, según responsables. Se estima que en el mar se derramaron unos 6,000 barriles de crudo (alrededor de un millón de litros).
En las aguas de la playa Cavero todavía se observa una mancha negra de crudo de unos dos kilómetros de largo por uno de ancho.
“Esta playa era muy linda, llena de algas y con muchas aves. Me duele mucho e indigna que la gente no se pueda ahora bañar”, recordó el pescador, que fue contratado por una empresa que presta servicios a Repsol.
Los brigadistas, entre ellos muchas mujeres, emplean una bomba y gruesas mangueras para depositar el crudo en las piscinas. También están provistos de palas, carretillas, así como de unas largas esponjas en forma de salchicha para contener el crudo en el mar.
Los roquedales de la playa se limpian manualmente con paños absorbentes especiales, a los que se adhiere el crudo, pero no el agua.
Casi diariamente, pescadores protestan en esta playa por el derrame, que les impide salir al mar a ganarse la vida.
“Mientras no se limpie el lodazal de petróleo van a seguir muriendo animales”, declaró uno de ellos que portaba un cartel que versaba: “Repsol hazte cargo”,
La playa Cavero, conocida por sus aguas de color esmeralda, era muy concurrida cada verano austral por pobladores de Ventanilla y del vecino puerto del Callao.
“Es una frustración. Para nosotros es doloroso ver la playa como está, da miedo venir ahora”, afirmó el brigadista Héctor Guillén, de 42 años.
“Pagar por los daños”
La Marina de Guerra y el Ejército enviaron a cientos de efectivos para colaborar en la limpieza de las playas.
Además, embarcaciones y aviones navales monitorean las zonas afectadas.
“Ratifico nuestro compromiso de sancionar y hacer responsable a la empresa que tiene que pagar por los daños a la población y a la naturaleza”, afirmó el presidente peruano, Pedro Castillo, al inspeccionar el martes una playa en Ancón, al norte de Ventanilla.
Más de 4,000 barriles de petróleo -de los 6,000 derramados en el mar- han sido extraídos hasta ahora, según el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp).
El gobierno peruano dio a Repsol diez días más para culminar las acciones de limpieza y descontaminación de la zona afectada.
El derrame ocurrió mientras el buque “Mare Doricum”, de bandera italiana, descargaba crudo en la refinería de La Pampilla. La nave ahora está fondeada frente al Callao, con prohibición de zarpar.
El crudo se expandió a lo largo de la costa a más de 40 kilómetros de la refinería, causando la muerte de aves y peces, y afectando 21 playas, según el Ministerio de Salud.
El Ministerio del Ambiente confirmó la afectación de más de 180 hectáreas (equivalentes a unos 270 campos de fútbol) en la franja de playas y 713 hectáreas de superficie en el mar.