La producción de gas natural en Camisea, el mayor yacimiento del continente americano, camina para no dejar huella de carbono gracias a un pionero proyecto para reducir emisiones reconocido ya por Naciones Unidas y premiado en el Perú por su creatividad y aporte a la sustentabilidad ambiental global.
Tecnología de vanguardia, inversión, y la aplicación de criterios de Economía Circular están detrás de la iniciativa de reducción de huella de carbono y de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) en la Planta de Gas Malvinas, ubicada en el corazón de la Amazonía peruana e impulsada por Pluspetrol, operador de Camisea.
“Requerimos mucha energía para poder procesar el gas natural. También para transportarlo de los pozos a la planta, para lo que se usan turbocompresores que consumen gas. Lo que hace el proyecto es recuperar el calor que emiten esos compresores, que antes se iba al medioambiente, y ahora lo recuperamos para calentar otros procesos necesarios para la planta”, resumió para Efe Elena Mendoza Gerenta de Medio Ambiente de Pluspetrol.
La recuperación de esos residuos ha permitido eliminar la instalación de los hornos que hubieran sido necesarios para generar el mismo calor y que a su vez hubieran creado nuevas emisiones.
Casi un millón de árboles
En marcha desde el 2012, la iniciativa ha permitido dejar de emitir anualmente 51,000 toneladas de CO2, lo que a su vez supone un apoyo a Perú para contribuir a sus compromisos internacionales para afrontar el cambio climático.
Es por eso que este año la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) de Perú reconoció la iniciativa con un premio por su Cuidado al Medio Ambiente en mérito a la innovación de eficiencia energética del proyecto, que a la fecha ha supuesto un aporte ambiental equivalente a plantar 957,375 árboles en una ciudad.
También ha permitido que la explotación del yacimiento sea la única de todo el continente americano en ser reconocida por la ONU para entrar en su convenio de desarrollo limpio, lo que habilita a la reducción de estas emisiones logradas por Camisea entrar en transacciones de bonos de carbono.
“La propuesta, que implicó modificar la tecnología que usábamos no era atractiva económicamente, pero sí para el tema de las emisiones. Una palanca fue mostrarla como parte del mecanismo de desarrollo limpio del protocolo de Kioto, pues se ajusta a sus requerimientos”, recordó Mendoza.
Esfuerzo diferenciado
Entre otros temas, hubo que demostrar que aplicar estas medidas “no eran una necesidad para la industria”, sino más bien “un esfuerzo diferenciado” para atajar el cambio climático, lo que terminó por ser “demostrado y acreditado por la ONU”.
Tras pasar varias auditorías internacionales, en 2020 Camisea pudo negociar sus primeros bonos de carbono, cuyos beneficios, además, irán destinados a financiar acciones de mitigación y adaptación de emisiones de GEI en la zona de influencia de la explotación, para fomentar aún más “la responsabilidad social en la lucha contra el cambio climático”, indicó Mendoza.
En ese sentido, la experta ambiental apuntó que introducir estas medidas de Economía Circular constituyen una “necesidad” para una operación como la de Camisea, que opera en un entorno delicado y remoto donde “las implicaciones logísticas son muy altas, los costos, los riesgos, y hasta la seguridad energética del país”.
“Si no hay un buen uso de los recursos, esto sería inviable. Como operadores, tenemos que ver estas formas de trabajo vinculadas a la gestión responsable como ventaja competitiva, por eso trabajamos con eso”, añadió.
Así, indicó que para seguir avanzando hacia una huella de carbono cero hay aún muchos campos de acción con enfoque de Economía Circular, como “aportar solo los insumos estrictamente necesarios, reducir flujos de transporte, que a su vez reduce emisiones...”
“Lo interesante es que esto ya es parte del día a día, y no solo del área ambiental. Ya está incorporado la forma de operar”, culminó.