
A pesar de contar con un sistema formal de farmacovigilancia, el Perú enfrenta un serio problema de subregistro: la mayoría de los efectos adversos provocados por medicamentos no llegan a notificarse. Esta infranotificación debilita la capacidad del Estado para emitir alertas sanitarias oportunas, analizar tendencias reales y actuar frente a productos inseguros o fallas terapéuticas.
Según el informe técnico 2024 de la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (DIGEMID), sólo 30 de los 36 Centros de Referencia de Farmacovigilancia en el país cumplieron con presentar reportes con evidencia completa. Regiones como Amazonas, Pasco, Apurímac II-Andahuaylas y las sanidades de las Fuerzas Armadas no enviaron información, dejando zonas críticas sin vigilancia sanitaria.
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El documento también revela que el sistema se sostiene gracias a unos pocos centros activos, lo cual distorsiona la representatividad nacional. A ello se suman deficiencias en la calidad, oportunidad y nivel de detalle de las notificaciones existentes.
¿Cuánto se está dejando de reportar?
El asesor regulatorio de ALAFAL, Armando Rivero, explica que el subregistro no se mide únicamente por el volumen de reportes recibidos, sino por su relación con una meta mínima esperada, que se calcula según el número de camas hospitalarias o pacientes atendidos.
“Cuando lo notificado está muy por debajo de esa expectativa, lo que tenemos es una señal clara de subregistro estructural. Es decir: están ocurriendo eventos adversos que el sistema no está viendo”, afirma Rivero.
En 2024, se recibieron 10,108 notificaciones de reacciones adversas. Aunque esta cifra representa un esfuerzo relevante, sigue siendo insuficiente frente al volumen de medicamentos que se consumen diariamente en el país.
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Barreras invisibles
La infranotificación tiene múltiples causas: desde la sobrecarga laboral del personal de salud y la falta de capacitación específica, hasta procesos burocráticos poco amigables, ausencia de retroalimentación tras enviar un reporte e incluso el temor a represalias.
Durante una reciente Mesa de Diálogo organizada por ALAFAL y El Comercio, se reveló que apenas el 18 % de los reportes proviene del cuerpo médico, pese a que estos profesionales son quienes tienen el primer contacto con el paciente.
Ante este panorama, la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos en Latinoamérica (ALAFAL) ha propuesto una hoja de ruta para revitalizar la farmacovigilancia en el país. Entre sus principales ejes:
- Rediseñar el proceso de notificación, para que sea ágil, accesible y compatible con la realidad clínica.
- Fortalecer los mecanismos de análisis en tiempo real, mediante herramientas tecnológicas e inteligencia artificial.
- Capacitar y motivar al personal de salud, promoviendo una cultura ética y de confianza en el sistema.
- Involucrar al paciente como vigilante activo de su tratamiento.
- Implementar trazabilidad digital completa de medicamentos y dispositivos médicos.
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“La farmacovigilancia no se activa solo en contextos de crisis. Es una labor permanente, silenciosa, que debe anticiparse a los riesgos, no llegar tarde a corregirlos”, remarcó Rivero.
Sobre ALAFAL
ALAFAL representa a 12 laboratorios líderes con presencia en el Perú, comprometidos desde hace más de dos décadas con la promoción de políticas que fortalezcan la atención primaria en salud, el acceso a medicamentos de calidad y el rol central del profesional médico. La asociación está integrada por Laboratorios Bagó, Elea, Eurofarma, Farmakonsuma, Knight, Lukoll, Megalabs, Menarini, Siegfried, Tecnofarma y Unimed.
Con este llamado a la acción, ALAFAL busca contribuir a un sistema de salud más seguro, transparente y eficaz.