
Escribe: Sandro Denegri, director del MBA con especialización en Business Analytics de Pacífico Business School
Allí donde el open banking ha sido implementado está generando la modernización del sistema financiero –aunque con diferentes velocidades–. Al permitir que los datos de los clientes fluyan entre entidades –previa autorización–, ha impulsado la competitividad de los bancos. Sin embargo, es claro que no está siendo la solución a la exclusión financiera, pues se dirige exclusivamente a quienes ya están bancarizados. Es decir, mejora la experiencia del que ya está dentro, pero no abre la puerta a quien permanece fuera.
LEA TAMBIÉN: A 10 años de la reforma del factoring: impacto y pendientes
Una proporción significativa de la población adulta en América Latina continua completamente excluida del sistema financiero formal, según datos del Índice de Inclusión Financiera de Credicorp (Credicorp, 2024). Esta exclusión no es solo una cuestión de acceso, sino de invisibilidad: millones de ciudadanos no existen para el sistema financiero porque no poseen datos bancarios.
LEA TAMBIÉN: ¿La tecnocracia existe aún?
Aquí es donde el open data emerge como una solución transformadora. A diferencia del open banking, que se nutre de datos financieros tradicionales, el open data propone integrar fuentes no convencionales –desde historiales de pagos de servicios públicos hasta subsidios gubernamentales– para construir perfiles alternativos de riesgo. Esta apertura permitiría a las entidades financieras identificar y evaluar a quienes hoy operan fuera del sistema y/o en la informalidad.
LEA TAMBIÉN: Economía peruana: señales positivas, desafíos pendientes
El estudio Radiografía de la informalidad en el Perú (Mibanco et al., 2024) revela que el 60% de las mipymes del país son informales, no emiten boletas ni declaran impuestos, lo que las deja fuera del radar financiero. Sin embargo, su actividad económica es real –generan el 61% del empleo y aportan el 31% al valor agregado bruto del país–, constante y, sobre todo, medible si se accede a los datos adecuados.
LEA TAMBIÉN: Huelga y derechos laborales: un equilibrio necesario
Pero esta transformación no ocurrirá de manera espontánea. Los países que más han avanzado en la implementación de open data –como Reino Unido, Brasil o India– comparten un denominador común: el liderazgo activo del Estado. Ha sido el sector público quien ha definido regulaciones, promovido estándares y articulado a los actores del ecosistema. Sin una visión estatal clara, el avance queda fragmentado y sujeto a intereses particulares.
LEA TAMBIÉN: La estrategia tributaria como instrumento de defensa y creación de valor en la empresa
La verdadera inclusión financiera no se logrará dentro del sistema, sino ampliando el mapa para ver a los invisibles. En el open data la tecnología es un factor necesario, pero no suficiente, es la estrategia de país el verdadero factor fundamental. Es hora de que los bancos –y los gobiernos– dejemos de mirar únicamente a quienes ya están en la sala y empecemos a diseñar políticas y productos para quienes aún esperan en la puerta o no creen que la puerta es para ellos.