
Escribe: José Carlos Saavedra, socio y economista principal de Apoyo Consultoría
En un contexto en el que la colaboración entre el sector público y el privado suele parecer difícil de alcanzar, la modernización del Aeropuerto de Anta, en Áncash, ofrece una excepción valiosa. La obra, ejecutada con una inversión de S/ 55 millones ha permitido que haya vuelos comerciales diarios, recortó de más de ocho horas a 45 minutos el trayecto entre Lima y Huaraz y ya ha desencadenado cambios importantes en la región.
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En su primer año de operación, llegaron más de 40,000 visitantes adicionales, pero esta vez con un perfil distinto. El nuevo turista, si bien tiende a quedarse menos días en comparación con el típico turista de montaña o “mochilero”, tiene mayor capacidad de gasto por día, busca experiencias de paisaje y de descanso, y se hospeda en todo el Callejón de Huaylas, no solo en Huaraz.
Más ingresos, más empleo y más inversión
Los números y los testimonios confirman el cambio. La llegada de turistas extranjeros creció en 50% y la demanda por hospedajes de mayor categoría ya supera el 30% del total. Transportistas y operadores turísticos nos reportaron alzas de entre 15% y 50% en sus ingresos; negocios que reabrieron tras años de cierre hoy vuelven a llenarse; y algunos incluso señalan que, ahora, en feriados largos, los hospedajes del Callejón de Huaylas se llenan antes que los de Huaraz, una señal clara de descentralización del turismo.
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El sector, además, ha reaccionado rápido. Solo en Carhuaz, las plazas de hospedaje aumentaron en 17% en un año. Transportistas invirtieron en unidades exclusivas para el servicio del aeropuerto, y algunos hoteles hasta duplicaron su capacidad y ya están modernizando sus instalaciones.
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Este mayor dinamismo se tradujo en S/ 34 millones adicionales para la economía local y más de 1,000 nuevos empleos. Eso quiere decir que, por cada S/ 100 invertidos en la obra, ya hay un retorno para la región de S/ 60 solo en el primer año.
Lo que falta: la experiencia completa
Aun así, este es solo el inicio. El aeropuerto opera con un solo vuelo diario, con una capacidad equivalente a apenas el 10% de los visitantes que llegan a los sitios turísticos de la región. La experiencia de Talara muestra que, con el tiempo, al sumar frecuencias y posicionar el destino en las rutas nacionales, el flujo de pasajeros puede duplicarse.
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Sin embargo, mejorar la conectividad no es suficiente. La experiencia completa es lo que convierte un viaje en una recomendación y a un visitante en un promotor del destino. Hoy, varios accesos a las lagunas y nevados del Callejón están en pésimas condiciones, obligan a avanzar a diez o veinte kilómetros por hora, y carecen de baños adecuados, señalización y conectividad. El ejemplo más claro del efecto multiplicador de invertir en la experiencia turística integral es Chachapoyas. Allí, la mejora del aeropuerto, la carretera, los servicios turísticos (incluido el teleférico a Kuélap) y la inversión en marketing triplicaron el número de visitantes en pocos años y consolidaron al destino en la ruta nacional.
El caso Anta demuestra que, cuando el municipio, las empresas y la comunidad se alinean en una obra de alto impacto, el beneficio llega pronto y se distribuye. Con más vuelos, carreteras en buen estado y servicios que acompañen al turista, Áncash no solo asegurará su lugar en el mapa, sino que convertirá la conectividad aérea en un motor de desarrollo sostenido.