Escribe: Joswilb Vega, Chief Investment Officer en Profuturo AFP
La agenda de Donald Trump es muy clara: recuperar y fortalecer la supremacía de Estados Unidos en todos los aspectos relevantes. A diferencia de su primer Gobierno, ahora tiene experiencia, fuerza en el Legislativo y el apoyo total de personas como Elon Musk y Peter Thiel. Al mismo tiempo, el contexto es ideal porque Estados Unidos es el único país que crece y aumenta su productividad, mientras que los demás vienen enfrentando problemas que les quita cualquier poder de negociación. Pareciera que Trump puede hacer lo que quiera, y el que todavía no lo sabe, lo va a aprender, sino, preguntémosle a Gustavo Petro.
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Los objetivos de Trump abarcan una serie de dimensiones como la tecnología, la economía y la seguridad nacional; y lo vemos en su apoyo a las criptomonedas, al incremento en la producción de petróleo y a la política de deportaciones que viene implementando. Como país, todavía no estamos en el radar de Trump de forma directa, pero sí de manera indirecta. Hemos sido uno de los países que más inversión china ha recibido en los últimos años, tenemos el tercer puerto más importante de la costa occidental del Pacífico, somos un país que depende mucho del precio de los metales, el nivel de las tasas de interés y del valor del dólar en el mundo.
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Las políticas de Trump a nivel económico son inflacionarias. Reactivar su economía interna, depender menos de las importaciones y deportar a los ilegales, solo contribuyen a incrementar los costos de producción y de mano de obra. Por esto, las tasas de interés de largo plazo de nuestro país se mantendrán en los niveles actuales o incluso pueden subir más, mientras que un fortalecimiento prolongado del dólar puede afectar el control de la inflación, más aún si el precio de los metales baja.
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Por mucho que el presidente de Estados Unidos haya pedido a la Reserva Federal (Fed) que bajen las tasas de interés, la Fed solo controla las tasas de corto plazo, ya que las tasas de largo plazo las determina el mercado y eso tiene que ver mucho más con la situación política y económica de cada país.
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Si Estados Unidos establece aranceles contra China, va a contribuir a deteriorar aún más la economía tradicional de ese país que está tratando de generar una nueva economía, basada en la tecnología y menos dependiente de la industria. Eso sería perjudicial porque reduciría la demanda de metales y con ello el precio, afectando seriamente nuestra balanza comercial y fiscal, aumentando el tipo de cambio y las tasas de interés.
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La única razón por la cual podríamos estar en los ojos de Trump de manera directa es si voltea a ver todas las inversiones chinas en nuestro país y en especial el puerto de Chancay, que no es poca cosa. Cuando llegue ese momento, tenemos que ser muy cuidadosos y quizá llegue la hora de elegir el bando donde queremos estar los siguientes años.
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