
Escribe: Luis Mendiola, profesor de los Programas de Finanzas de ESAN Graduate School of Business
(8 de agosto del 2025) El dólar cerró julio en S/ 3.57, un nivel que sigue siendo bajo en comparación con el promedio de los últimos dos años, pero que revierte parcialmente la tendencia apreciativa observada desde diciembre del 2024, cuando cotizaba por encima de S/ 3.75. En ese periodo, el sol peruano acumuló una apreciación de 5.1 %, aunque con altibajos recientes. Esto no ha respondido a cambios en las condiciones de la economía peruana, sino a influencias externas que, durante el segundo trimestre, mermaron la fortaleza del dólar.
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¿Qué impulsó el último movimiento del tipo de cambio?
En la última semana de julio, el índice DXY repuntó 2.8 % debido a datos económicos positivos en EE. UU. y a la cautela de la Reserva Federal, que mantuvo las tasas sin cambios y reconoció un crecimiento moderado.
En paralelo, en las últimas semanas, los metales industriales mostraron señales mixtas: el cobre cayó 1.2 % y el oro retrocedió 4.6 %, tras un alza de más de 24 % en lo que va del año. Esta corrección refleja tanto la apreciación reciente del dólar como la reducción temporal de la aversión al riesgo global, tras los avances en las negociaciones comerciales entre EE. UU. y China. Aun así, los fundamentos de mediano plazo para el cobre siguen presentes, aunque ahora están presionados por la nueva política arancelaria de EE. UU., que, si bien excluye al cobre refinado, genera incertidumbre generalizada sobre los metales.

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¿Cómo está la economía interna frente a este contexto?
En el frente interno, el Perú mantiene condiciones macroeconómicas estables: inflación anual de 1.69 %, reservas internacionales por USD 86,722 millones (equivalentes al 27 % del PBI) y una tasa de interés interbancaria de 4.5 %, en línea con la de la Fed. El BCR ha optado por un enfoque de no intervención directa en el mercado spot, lo que ha permitido una corrección del tipo de cambio más alineada con los fundamentos y sin sobresaltos. No obstante, el BCR sigue interviniendo a través de swaps y repos, con operaciones que apuntan a manejar las expectativas de liquidez sin afectar la tendencia del tipo de cambio.
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¿Qué puede pasar en agosto y setiembre?
Agosto y setiembre se perfilan como meses de definición debido a la persistente presión política en EE. UU. para un recorte de tasas, y al ruido electoral en el Perú, que podría escalar conforme se acerque la etapa de inscripción de candidaturas y alianzas. Esto eventualmente afectaría la percepción de riesgo país, que por el momento se mantiene en 142 pbs —uno de los más bajos de la región—, pero cualquier sobresalto político podría modificar ese nivel.
Con esta información de contexto, se pueden formular los siguientes escenarios básicos:
Escenario base (S/ 3.56 – 3.60): La Fed mantiene la tasa de referencia sin cambios, pese a que el mercado ya prevé un recorte para noviembre. El cobre cotiza cerca de USD 4.40 por libra y la situación política en el Perú sigue sin variaciones relevantes. Bajo estas condiciones, el tipo de cambio se mueve en un rango acotado y el BCR decide no intervenir directamente.
Escenario apreciativo (S/ 3.51 – 3.56): Se reduce la tasa de referencia en EE. UU., lo que reactiva el ingreso de capitales a activos emergentes, entre ellos los bonos peruanos. La estabilidad política local, junto con un mayor apetito por monedas con fundamentos sólidos, lleva al sol a apreciarse adicionalmente, acercándose al nivel de S/ 3.51 sin superarlo.
Escenario de rebote (S/ 3.60 – 3.66): Se publican datos económicos en EE. UU. más fuertes de lo previsto o la Fed adopta un tono más agresivo, retrasando cualquier recorte. El dólar global se fortalece, el oro pierde atractivo como refugio y los metales industriales retroceden. Si a eso se suman episodios de incertidumbre política en el plano local, el sol pierde terreno. El BCR podría intervenir vía swaps si el ajuste es repentino.
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El actual equilibrio cambiario es vulnerable, pues se apoya en factores externos favorables (precio alto del cobre, dólar débil y tipos internacionales estables) que podrían revertirse en pocas semanas, y en una tranquilidad interna de carácter transitorio. Los datos del mercado laboral, la inestabilidad política y el débil impulso del crédito continúan acotando el margen de maniobra. Por ello, cualquier proyección del tipo de cambio para setiembre debe partir de la idea de que estamos ante una pausa, no ante un anclaje definitivo.