Pilar Olivo y Natalia Manso
Este año miles de personas vieron aumentada su carga de trabajo dentro y fuera del hogar. No les sorprenderá saber que ese aumento de horas y estrés se haya repartido de manera desigual entre hombres y mujeres. Mujeres que ya asumían una fuerte carga laboral y familiar -y tenían nulo tiempo para dedicarse así mismas-, se convirtieron en maestras, cuidadoras o enfermeras de familiares en riesgo debido a la pandemia, además de animadoras y psicólogas para mantener alta la moral de la tropa.
Si tenemos en cuenta que, a nivel mundial, las mujeres ganan solo 77 centavos por cada dólar que ganan los hombres haciendo el mismo trabajo, según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ¿cómo valorizamos actualmente las múltiples tareas, remuneradas y no-remuneradas, que ellas están asumiendo en la pandemia si en muchos casos se han intensificado dichas desigualdades?
En Lima Metropolitana, la Población Económicamente Activa (PEA) femenina disminuyó en 16.1% y la masculina en 8.6% en el tercer trimestre, lo que equivale en cifras absolutas a 393,700 mujeres y 241,800 hombres menos en la PEA, según el informe del INEI para dicho período.
La docente de Pacífico Business School, Natalia Manso, señala que, “según el Observatorio Laboral del Banco Interamericano de Desarrollo , a 14 de diciembre habíamos perdido casi 25 millones de empleos en América Latina. El reto ahora no solo es cómo recuperar a las empresas para que tengan la capacidad de volver a contratar, sino también cómo rescatamos el talento perdido por los numerosos despidos y cómo ayudamos a los extrabajadores a recomponerse de los problemas que han sufrido a causa de la pandemia”.
Manso afirma que los trabajadores que perdieron su empleo han sufrido graves consecuencias psicológicas debido al estrés de su situación financiera unida a la responsabilidad de encargarse a tiempo completo del cuidado sus hijos y su educación, la preocupación de convivir con personas vulnerables o la ansiedad por la situación de inmovilización y falta de espacios de espacimiento físico y mental. En los peores casos, viven el duelo por la pérdida de seres queridos.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo, existen tres barreras para la reincorporación laboral que afectan especialmente a las mujeres: en primer lugar, la sobrecarga de trabajo derivada de la pandemia afecta a la decisión de participación laboral de las mujeres y también a las posibilidades de su progresión profesional a futuro. En segundo lugar, la destrucción de empleo en sectores con alta presencia femenina, y como tercer factor, la migración masiva al teletrabajo.
El trabajo a distancia difiere entre hombres y mujeres dependiendo de dos aspectos: acceso y uso de tecnología y tipo de tarea desarrollada. Antes de la pandemia, se evidenciaban brechas de género en el uso y acceso de las tecnologías TIC. Si bien en los países donde las mujeres tienen más trabajos administrativos, el teletrabajo les ha dado resultados positivos, no debemos olvidar a aquellas que realizan trabajos manufactureros, de labores en el hogar u otros puestos manuales como los artesanales que no han podido transformarse a modalidad virtual.
En el reporte COVID 19: Respuesta con igualdad de género en el ámbito laboral de ONU Mujeres, se brindan las siguientes recomendaciones para crear medidas con perspectiva de género y así facilitar el desenvolvimiento y productividad de las trabajadoras en esta nueva normalidad:
- Enviar, desde la cabeza de la empresa, un claro mensaje a todo el personal que reconozca la carga de cuidados generada por el contexto actual. No se pedirá a nadie lo imposible. Esto es un posicionamiento fundamental que además tendrá un efecto tranquilizador en las personas.
- Establecer una lista del personal que tiene carga extra de cuidados por las medidas ante la COVID-19, dividida por áreas. Solicitar que cada equipo de trabajo busque una repartición temporal de tareas urgentes, para liberar parte del tiempo del personal que atiende tareas de cuidados.
- Revisar los objetivos laborales de la oficina y de cada área, de acuerdo con la reducción de horas disponibles para dimensionar cómo queda el horario laboral durante esta situación.
- Garantizar, con base en los ajustes de las metas, que esta situación no afecte la evaluación de desempeño de las personas, ni su ingreso salarial.
- Cuando la carga de cuidados imposibilite el trabajo remunerado de algunas empleadas, por ejemplo, personal de limpieza que solo puede realizar su trabajo en las instalaciones laborales y no puede hacer teletrabajo, adoptar medidas como autorizar días de incapacidad con pleno goce de sueldo sin necesidad de certificado médico.
El contexto de esta campaña electoral, con candidatos que hasta el momento no mencionan propuestas para lograr la igualdad de género, no brinda un panorama muy optimista. Reconocer que las tareas del hogar recaen aún hoy día mayoritariamente en las mujeres, es un paso necesario para que el sector público y privado creen conjuntamente herramientas que consideren el trabajo dentro del entorno real y excepcional que vivimos, y así evitar dejar atrás el talento de aquellas personas que no cuentan con las mismas oportunidades y condiciones en estos momentos.