Directora de la Maestría en Organización y Dirección de Personas de ESAN
Antes de la pandemia, la oficina era el lugar ideal para motivar a los trabajadores y trasmitirles la cultura organizacional de la empresa. En el escenario actual, la implementación del trabajo remoto llevó a las organizaciones a buscar nuevas estrategias para mantener el contacto humano, así como otras fuentes de motivación para que el personal mantenga el entusiasmo por el trabajo que realiza.
En este contexto, el liderazgo transformacional ha demostrado ser el más apropiado para los equipos virtuales, al tener un impacto más fuerte y aumentar el nivel de rendimiento de los colaboradores. Estos líderes priorizan los intereses del equipo, respetan la misión y los compromisos, muestran cualidades que inspiran respeto y orgullo, se vuelven modelos a seguir y exploran nuevas perspectivas para resolver problemas y lograr metas.
Por otro lado, está claro que el manejo de la cultura organizacional no volverá a ser el mismo que antes de la pandemia. Según la naturaleza de cada puesto o sector, cada empresa optará por una modalidad de trabajo presencial, combinada (algunos días de presencia en oficina y otros desde casa) o totalmente en formato remoto para su personal.
Si bien surge la preocupación sobre cómo mantener los ideales culturales al no tener empleados que trabajen juntos de manera consistente en un mismo lugar, también hemos comprendido que la cultura abarca símbolos culturales (logos, colores distintivos, jergas, etc.), conductas compartidas (políticas formales, reglas informales, rituales, estilos de comunicación organizacional, etc.), valores culturales, y misión y visión de la organización. La clave es gestionar estos elementos en conjunto y de forma coherente.
Desde mi experiencia, he apreciado diversas prácticas en tres líneas de trabajo:
— Acercamiento personal y continuo de los jefes. Desde reuniones con planes basados en monitoreo de avances y reuniones informales con el equipo hasta charlas individuales, semanales o quincenales para abordar expectativas, preocupaciones, inquietudes personales y/o laborales.
— Atención por el bienestar integral del trabajador. Desde implementar programas de atención a la salud física y prevención de cuidado de la salud hasta programas de salud mental y emocional. Ello incluye la dotación de equipos y medios para que los trabajadores realicen su trabajo desde casa.
— Incorporación de más actores. Por un lado, la familia de los trabajadores pasó a ser un foco más de atención de la empresa, sobre todo ante la incursión abrupta del teletrabajo a los hogares. De otro lado, se emprenden acciones dirigidas a la comunidad y el entorno.
Estas tres líneas de trabajo deben complementarse con otras prácticas para retener el talento humano, como acortar la semana en lugar de aumentar el salario. Así, la empresa demostrará preocupación por sus trabajadores y su entorno de manera personalizada, como una forma de expresarles lo importantes que son para la organización.