Desde su investidura en diciembre, el presidente libertario de Argentina, Javier Milei, ha intentado implementar profundas reformas. Pero a inicios de este mes, un proyecto de ley “ómnibus” de 664 artículos fue retirado del debate en el Congreso debido a que no tenía suficiente respaldo. No obstante, ha comenzado a eliminar gradualmente subsidios equivalentes a 0.7% del PBI y redujo los ministerios de 18 a nueve.
El sábado, Milei describió sus planes ante la Conferencia Política de Acción Conservadora, en Estados Unidos, llena de partidarios de Donald Trump. Pero en lugar de tratar de emular la grandilocuencia trumpista, debería buscar asesoría económica más cerca de casa, específicamente en Perú. A simple vista, no lo parece. Es que desde el 2016, es sinónimo de inestabilidad: seis presidentes y tres congresos en ocho años, y giros políticos que incluyen la elección de Pedro Castillo, de extrema izquierda, destituido tras pretender dar un golpe de Estado.
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Pero en todo este periodo, el sol ha sido un faro de estabilidad. Hace mucho que es la divisa más sólida de Sudamérica y si bien fluctúa frente al dólar cada cierto tiempo, vale lo mismo que en 1999. Hay lecciones para Milei, quien en su campaña prometió ponerle fin a la inflación crónica de su país con el cierre del banco central y el reemplazo del peso por el dólar. El caso peruano indica que esto es innecesario.
En los años 80, Perú sufrió hiperinflación. El inti reemplazó al sol y, a inicios de 1990, el BCR emitía billetes de 5 millones de intis que valían casi nada. El Gobierno populista de entonces operaba varios tipos de cambio, con dólares baratos para importadores favorecidos (el dólar representaba más del 80% de la masa monetaria) –al igual que el anterior Gobierno argentino–.
El Gobierno de Alberto Fujimori (desde julio de 1990) aplicó un radical programa de estabilización y reforma económica. Se unificó el tipo de cambio y se permitió que flote, se eliminaron subsidios, se abandonó la emisión inorgánica y se desmantelaron controles de capital y barreras comerciales. La inflación bajó de su pico de 7,650% en 1990 a 139% en 1991 y 6% en 1998. El nuevo sol fue introducido en 1991.
Tras haber caído 25% entre 1988 y 1990, el PBI comenzó a recuperarse y salvo un par de baches, hubo crecimiento sostenido hasta el 2022. Fujimori cerró el Congreso (en 1992) y gobernó autocráticamente hasta el 2000, pero fue después de la culminación de muchas reformas.
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Este siglo, Perú ha tenido la inflación más baja de América Latina, señala el presidente del BCR, Julio Velarde. Gradualmente, los peruanos han llegado a confiar en el sol. Solo 34% de depósitos bancarios, 23% de préstamos y 8% de hipotecas están en dólares. ¿Qué explica la credibilidad del sol? En primer lugar, el régimen de Fujimori otorgó autonomía constitucional al BCR. Velarde, en el cargo desde el 2006, goza de “total confianza” de los mercados financieros, señala el exministro de Economía Luis Miguel Castilla.
La entidad fue una de las primeras del mundo en subir su tasa de interés, en agosto del 2021, ante el salto inflacionario global, y comenzó a recortarla en setiembre pasado. Hoy, la inflación anualizada en Perú es 3%. Pero hay factores económicos estructurales que podrían ser más significativos en el éxito del sol. Richard Webb, expresidente del BCR, subraya que el país ha tenido casi 30 años de “un boom productivo de dólares”: la apertura económica provocó el aumento de las exportaciones y un flujo constante de inversión extranjera.
Esto posibilitó que el BCR acumule reservas por US$74,000 millones, equivalentes a 28% del PBI, el porcentaje más alto en la región –lo que le permite defender al sol contra la volatilidad–. “Basta con que el mercado sepa que podemos intervenir”, afirma Velarde.
Argentina podría copiar mucho de Perú. Dos factores están en la raíz de la desconfianza que genera el peso. Uno es la persistencia de los déficits fiscales, que los sucesivos Gobiernos han financiado obligando al banco central a imprimir dinero. Milei está terminando con eso. El segundo es el proteccionismo. Incluso con excelentes cosechas el 2022, las exportaciones argentinas solo fueron 14% del PBI, comparadas con 26% de las peruanas. Y las políticas nacionalistas argentinas han desalentado la inversión extranjera. Como resultado, su banco central ha agotado sus reservas.
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La propuesta de Milei de cerrar el banco central y dolarizar ataca el síntoma pero no la causa. Carlos Menem aplicó una especie de dolarización suave en los 90, fijando el tipo de cambio por ley, pero con el tiempo, el peso se sobrevaluó. La economía argentina difiere demasiado de la estadounidense como para conformar una “óptima zona de moneda común”.
Desde que asumió, Milei ha hablado poco de la dolarización. Se ha mostrado dispuesto a gobernar por decreto, pero de momento carece de la habilidad política para hacer que el Congreso apruebe reformas. Tras el retiro de su proyecto de ley ómnibus, ha generado titulares por sus pleitos con una estrella pop y por llamar “nido de ratas” al Congreso. Esa beligerancia dificultará que tenga éxito.
El cuanto a Perú, el sol enfrenta una prueba de mediano plazo. En parte debido a la inestabilidad política, el PBI se contrajo 0.6% el 2023 y se proyecta que este año solo crecerá entre 2% y 3%. A Castilla le preocupa que el próximo presidente sea un populista que amenace la autonomía del BCR. Pero, por ahora, la mayoría de peruanos sigue confiando en su moneda, un lujo que los argentinos no poseen.
Traducido por Antonio Yonz Martínez.
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