Los paralelos son notorios. En 1999, el Gobierno de Estados Unidos venció en un mediático juicio a un gigante tecnológico al que acusó de prácticas monopólicas. El caso se centró en el “poder del buscador predeterminado” en los navegadores de Internet.
Tío Sam alegó que Microsoft obligaba a las fabricantes de computadoras a distribuir su navegador junto con su software Windows. El juicio derivó en propuestas para dividir la compañía. Sin embargo, esta apeló, ganó y no tuvo que escindirse.
LEA TAMBIÉN: Red Dorsal: ¿Elefante blanco o mamut en extinción?
Los comentaristas tecnológicos están disculpados por tener una sensación de déjà vu. En agosto, las reguladoras antimonopolio obtuvieron su primera gran victoria, en un cuarto de siglo, frente a una gran tecnológica cuando el juez de la Corte para el Distrito de Columbia, Amit Mehta, dictaminó que Google es monopolista en su negocio de búsquedas online.
El juez argumentó que al usar el poder del buscador predeterminado, Google bloqueó rivales y elevó precios de sus espacios publicitarios por encima de las tarifas de libre mercado. El Departamento de Justicia tiene hasta hoy, 8 de octubre, para presentar propuestas orientadas a remediar este abuso de poder monopólico.
LEA TAMBIÉN: Octubre: Altibajos en el dólar, ¿qué sigue, según el BCP?
Podría incluir una propuesta para desmantelar Google —quizás separando Chrome, su navegador, o Android, su sistema operativo para dispositivos móviles—. Esto sería imprudente, pues no está nada claro que resolvería el problema central presentado en el caso.
Además, aunque Google ha percibido vastas ganancias asociadas a su predominio sobre las búsquedas online, podría dejar de disfrutarlas. Es que las nuevas herramientas de inteligencia artificial (IA) generativa, tales como ChatGPT y Claude, están ganando participación de mercado con rapidez.
LEA TAMBIÉN: “A la inversión privada le está costando repuntar a pesar de que las condiciones han mejorado”
Prioridad pagada
Google es el motor de búsqueda más usado en la web, con alrededor del 90% de consultas en el mercado estadounidense. Mehta dictaminó que dicho dominio ha estado cimentado vía “contratos de buscador predeterminado”.
Por ejemplo, los resultados de consultas tipeadas en Safari o Mozilla Firefox, son proporcionadas por Google. Para contar con este privilegio, Google comparte algo de los ingresos por publicidad que su motor de búsqueda genera. El 2021, estos pagos sumaron US$ 26,000 millones, de lo que unos US$ 20,000 fueron para Apple.
LEA TAMBIÉN: La élite extractivista: Cuando la inseguridad mata el futuro
El pago que las empresas realizan para ser las primeras de la fila, a fin de captar potenciales clientes, no es una idea extravagante. Las fabricantes de cereales pagan a los supermercados para que coloquen sus productos “a la altura de la vista” en los anaqueles; las firmas editoriales pagan a las librerías por espacios en sus codiciados escaparates.
Separar Chrome o Android no resolvería este problema si se permite a Google seguir pagando a las nuevas propietarias de esos servicios para ser el motor de búsqueda predeterminado. Por tanto, el juzgado debería apuntar directamente a los contratos de buscador predeterminado.
LEA TAMBIÉN: Sin líder ni liderazgo para acercar posiciones
Así, podría decidir que Google pague para ser una de un rango de opciones de motores de búsqueda, una solución que las reguladoras europeas ya han puesto en marcha.
Ante la ausencia del millonario cheque que Google paga para ser el buscador predeterminado, Apple y otras tecnológicas acaudaladas podrían enfocarse en desarrollar sus propios motores de búsqueda.
LEA TAMBIÉN: Perú bien vale un Perú
Una orden que obligue a Google a hacer públicas partes de la tecnología que posibilita el funcionamiento de su motor de búsqueda, tales como su índice de páginas web y sus historiales (“logs”) de consultas, podría facilitar que sus rivales se animen a intentarlo.
El juicio reveló que construir un motor de búsqueda cuesta un estimado de US$ 20,000 millones, además de entre US$ 3,000 millones y US$ 4,000 millones al año en investigación y desarrollo. Reducir esos costos posibilitaría que incluso empresas de menor tamaño puedan competir.
La veloz tecnología
Otro motivo para evitar un remedio tan drástico como una escisión, es que la tecnología avanza mucho más rápidamente que cualquier sistema legal. Si se suma el proceso de apelación que Google planea inicial, cualquier acción en su contra tomará años.
Asimismo, ya está emergiendo evidencia de que el dominio de Google en las búsquedas online está aflojando, pues las herramientas de IA generativa están ganando terreno. Según una encuesta del banco de inversión Evercore, ChatGPT es el motor de búsqueda preferido del 8% de estadounidenses.
LEA TAMBIÉN: MEF desdeña al Consejo Fiscal y complica a la economía
Hace un cuarto de siglo, la innovación debilitó dramáticamente el dominio de Microsoft, que se rezagó rápidamente con el despegue de la tecnología móvil. La intervención antimonopolio habría acelerado su declive.
Por ello, es importante que las reguladoras miren tanto al futuro como al pasado. Si Google no es supervisada, el peligro es que su posición aventajada obstaculiza la competencia. Con sus enormes bases de datos de código cerrado, algún día podría desarrollar mejores herramientas de IA que sus rivales.
LEA TAMBIÉN: Instituciones peruanas: Un equilibrio disfuncional
Al respecto, impulsada por sus ganancias monopólicas, ofrece gratuitamente sus herramientas de IA, a diferencia de nuevas competidoras, que deben cobrar suscripciones que ayuden a cubrir sus costos.
Si Google estuviese bloqueando a futuras rivales, entonces limitar su capacidad de usar su motor de búsqueda para distribuir sus productos de IA podría evitar que aproveche un monopolio para obtener otro. Sin embargo, aunque dividir la compañía sea políticamente atractivo para algunos, no es la respuesta.
Traducido por: Antonio Yonz Martínez
Comienza a destacar en el mundo empresarial recibiendo las noticias más exclusivas del día en tu bandeja Aquí. Si aún no tienes una cuenta, Regístrate gratis y sé parte de nuestra comunidad.