En el debate sobre la tercerización laboral y su prohibición en actividades nucleares, un sector ha movilizado la narrativa que conceptualiza esta herramienta como el gran “monstruo” que precariza el empleo, amenaza los derechos laborales y que sería nuestro principal problema laboral.
Contrario a ello, en la presentación del Panorama Laboral Regional de la OIT, el 1 de setiembre último, la directora regional, Claudia Coenjaerts, señaló que el problema no es tanto si tercerizar o no, sino cómo mantener derechos y un trabajo decente en estos contextos. Esta respuesta refleja una tendencia en la legislación comparada que considera a la tercerización y, específicamente a las cadenas de suministro -nacionales o transnacionales-, como un vehículo que permite un mayor progreso en la industrialización y especialización, especialmente de las pequeñas y medianas empresas.
El informe de la OIT sobre las cadenas de suministro discutido por un grupo de trabajo tripartito en junio de este año define a estas cadenas como un punto de acceso para la promoción del trabajo decente, en tanto permite la transferencia de conocimiento, tecnología y alta especialización. Desde la OIT, además, se han venido emitiendo recomendaciones e iniciativas para fortalecer el rol de las cooperativas de trabajadores y el establecimiento de sinergias y relaciones con otras empresas, es decir, a través de cadenas de suministro, a fin de lograr mejores condiciones laborales.
Hay diversos ejemplos de cómo establecer mecanismos de debida diligencia o compliance, o de programas de desarrollo de proveedores o contratistas, permiten que diversas comunidades, asociaciones de trabajadores o cooperativas, adquieran especialización, capital y generen empleo decente.
Retratar a la tercerización como “el problema” no solo subestima estas oportunidades, sino que, en el contexto peruano, también oscurece las reales causas estructurales de la precarización y desigualdad de nuestro mercado laboral: La falta de competitividad y productividad, ausencia de entrenamiento y capacitación laboral, dificultades en el acceso al comercio internacional, un sistema de seguridad social que no cubre a la mayoría de los trabajadores. Estos problemas no serán resueltos prohibiendo la tercerización en el núcleo del negocio.
Hay, sin embargo, un gran silencio respecto de políticas industriales modernas que promueven sectores con potencial de generar empleo decente y sostenible como en la economía del cuidado, o en la economía digital, lo cual revela un poco esfuerzo en atender problemas estructurales con medidas a largo plazo. En definitiva, publicitar la limitación a la tercerización como “la respuesta” a nuestros problemas laborales, es lejano a la realidad.
Como cierre de su presentación, la directora regional de la OIT nos brinda una idea más sensata: no hay una fórmula mágica para determinar qué y a qué nivel podemos regular lo laboral. La mejor manera de buscar soluciones es manteniendo un diálogo social permanente que involucre a organizaciones de trabajadores y empleadores, lo cual lamentablemente en el Perú se ha venido desestimando.