Escribe: José Martínez, vicepresidente ejecutivo de Inversiones de Rimac Seguros.
A comienzos de este año, el mercado de futuros de tasas de interés había incorporado ya en sus precios una alta probabilidad de que la Reserva Federal de los Estados Unidos cambiase el sesgo de la política monetaria en marzo. En su momento, en esta columna expusimos las razones por las cuales era poco probable que dichas expectativas se cumpliesen. Nuestras dudas se sustentaban en dos hechos: (1) la inflación debía permanecer por encima del nivel objetivo de la Fed hasta, por lo menos, 2025 y (2) el mercado laboral norteamericano mostraba una fortaleza inesperada.
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Si bien es cierto que la inflación ha bajado de manera considerable, permanece aún por encima del nivel objetivo de la Fed de 2% anual. En marzo, la tasa de inflación acumulada en los últimos doce meses, medida por el IPC, alcanzó 3.5%. Cuando a este índice de precios se le extrae el impacto generado por el aumento del precio de los combustibles y los alimentos, el índice de inflación subyacente se incrementó en 2.8% a lo largo de los últimos doce meses, todavía por encima del nivel esperado por la Fed. Por otro lado, en marzo, la tasa de desempleo en los Estados Unidos permanecía en niveles de 3.8%, consistente con los máximos niveles de empleo posibles.
De acuerdo con el mandato otorgado a la Fed, las decisiones de política monetaria persiguen estabilizar el nivel general de precios y el nivel de empleo. Cuando la inflación está por encima del nivel objetivo, no corresponde recortar las tasas de interés; cuando la economía opera a pleno empleo, tampoco.
Adicionalmente, en lo que va del año, el precio del petróleo se ha elevado en más de 20% en respuesta a: (1) una demanda mayor a la esperada tanto en Estados Unidos como en China y a (2) restricciones de oferta originadas como resultado de los conflictos en Ucrania y en Medio Oriente.
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Los altos niveles de actividad registrados por la economía más grande del mundo, los significativos esfuerzos desplegados por la administración Biden para sostener ese crecimiento en anticipación de las elecciones presidenciales de noviembre y los enormes flujos de inversion que siguen ingresando al sector tecnológico sugieren que el esperado debilitamiento de la economía norteamericana en el 2024 sería muy leve. En este entorno es perfectamente posible que las condiciones necesarias para un cambio en el sesgo de la política monetaria no se produzcan. Si este fuera el caso, tendríamos que esperar hasta el 2025 para ver recortes en la tasa de interés interbancaria.
Hoy en día, el mercado ha desplazado sus expectativas de recorte de tasas de interés a septiembre. Según las opiniones vertidas el martes por el mismo Jerome Powell, máxima autoridad de la Fed, habrá que esperar a que los datos de empleo e inflación confirmen esta posibilidad. Mientras tanto, la incertidumbre con respecto a la dirección esperada para las tasas de interés seguirá siendo una de las principales fuentes de volatilidad para el mercado.
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