En 2015 se lanzaron los ODS como 17 grandes objetivos de desarrollo que el mundo aspira lograr para el 2030, pero que aún parecen estar muy lejos de nuestro alcance.
La semana pasada, el evento de cierre de año de Perú Sostenible, contó con la presencia de Jan Artem Henriksson, director ejecutivo de la iniciativa Objetivos de Desarrollo Interno (IDGs por sus siglas en inglés), que reenfoca la conversación sobre los ODS y promueve que nos concentremos no sólo en ¿qué objetivos queremos alcanzar? sino, prioritariamente en ¿qué habilidades necesitamos desarrollar para poder realmente alcanzarlos? La premisa es tan lógica que es increíble que no la hayamos puesto en blanco y negro antes; se trata de poner los caballos delante de la carreta, es decir, de mirar hacia adentro y reconocer que aún nos falta mucho como individuos para lograr ese desarrollo colectivo al que aspiramos.
LEA MÁS: Perú ocupa el undécimo puesto en la implementación de los ODS en la región
Lo interesante de los IDGs es que no se trata de conceptos abstractos difíciles de gestionar y aplicables sólo al mundo del idealismo o de las ONGs, sino de 23 comportamientos absolutamente relevantes para cualquier persona, en su vida individual, familiar o laboral, incluyendo el mundo corporativo. Si comparamos las competencias más valoradas hoy por las grandes empresas, encontraremos un amplio número de coincidencias con los IDG, y lo mismo ocurre si nos concentramos en las habilidades de liderazgo que se promueven actualmente.
Uno de mis IDGs favoritos es el de “apertura y mentalidad de aprendizaje” que se define como “el tener una mentalidad básica de curiosidad y la voluntad de ser vulnerable, abrazando el cambio y el crecimiento”. El concepto se asemeja mucho al estilo de pensamiento científico que promueven expertos organizacionales como Adam Grant.
Para Grant existen 4 modelos de pensamiento que podemos adoptar. El Predicador: buscar hacer proselitismo sobre sus creencias, las cuales toma como verdades absolutas, y por ende es reacio a aceptar otros puntos de vista. El Fiscal: se concentra en probar su punto y ganar la discusión, en lugar de buscar la colaboración. El Político: busca ganar aprobación y popularidad; por ende, puede perder autenticidad y alejarse de conversaciones complejas. Y finalmente el Científico, que se caracteriza por tener curiosidad intelectual, apertura a nueva evidencia y disposición para cuestionar sus suposiciones y creencias. Este último estilo, que promueve el aprendizaje, la innovación y el crecimiento, es sin duda uno de los perfiles que más buscamos para las empresas y una de las cualidades que más se valoran en un líder.
Lo mismo que pasa a nivel global con los ODS, ocurre en nuestras organizaciones. Si queremos ser empresas que perduren y crezcan, tenemos que concentrarnos no sólo en lograr el “número del año” sino en acompañar a nuestros equipos a desarrollar, y sobre todo fortalecer nosotros mismos como líderes, esas habilidades necesarias para impactar positivamente a largo plazo. Los IDGs ofrecen un marco de inspiración perfecto. Competencias como la autenticidad, autoconciencia, pensamiento crítico, conciencia de la complejidad, conectividad, humildad, empatía, comunicación, confianza, creatividad entre otras, son clave.
LEA MÁS: Perú Sostenible: estas son las empresas con mejor gestión de sostenibilidad del 2022
En esta época del año, cuando se ponen de moda las reflexiones y los ejercicios de introspección, podemos aprovechar para preguntarnos cuántas de estas competencias dominamos realmente y cuánto invertimos en desarrollarlas en nuestras organizaciones, no solo de forma declarativa, sino con acciones concretas y tangibles.