Directora de Calidad y Transformación Educativa de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC)
Tuvo que llegar una pandemia para que se marcara un punto de inflexión en la educación superior a nivel global. Las instituciones educativas se adaptaron – o se vieron obligadas a hacerlo- a la virtualidad y redefinieron la manera en la que aprendemos y enseñamos. Sin embargo, ¿qué hemos aprendido de ello en la era postpandemia? ¿Qué ocurrirá si otra crisis global amenaza a la educación superior? ¿Con la inminente presencia del Fenómeno del Niño en pocas semanas, estamos frente al riesgo de retroceder a otra crisis que nos dejaría nuevamente vulnerables? ¿Qué aspectos ya deberíamos tener resueltos para no afectar la formación de nuestros jóvenes con este tipo de escenarios?
Cinco de cada diez peruanos preferirían estudiar una carrera virtual según Ipsos Perú porque les resulta más flexible para sobrellevar su vida personal y académica. Pese a ello, según datos de la Unesco, la educación presencial todavía prima sobre la virtual en América Latina y el Caribe, lo cual generó que durante la pandemia 25 millones de estudiantes se vieran afectados.
Sin embargo, lo que observamos es que, a medida que la pandemia retrocede en nuestra memoria colectiva, la urgencia de la virtualidad parece atenuarse. Ello podría hacernos retroceder en vez de avanzar hacia una integración efectiva de estas modalidades en la educación superior.
La transformación educativa, como era de esperarse, no ha sido un proceso instantáneo. Muchos de nosotros entramos en aulas virtuales o presenciales donde las metodologías de enseñanza siguen siendo en algunos casos las mismas que antes. Es necesario adoptar un enfoque más pragmático y planificar la educación universitaria de manera que combine lo virtual, lo presencial y lo práctico de manera coherente y efectiva. Solo así podremos generar un valor real en nuestro sistema educativo.
Ello implica también ser conscientes de que existe una brecha digital persistente en el Perú.
De acuerdo con Osiptel, 3.2 millones de hogares tienen conexión a internet, de las cuales solo el 45% están en provincias. Es fundamental enfocarnos en herramientas que no dependan únicamente de Internet y que garanticen que la educación sea accesible para todos, independientemente de su ubicación geográfica.
Otro punto importante es acompañar a los docentes para que alcancen un alto dominio de competencias digitales. En la pandemia muchos de ellos se tuvieron que adaptar, pero es un nicho que necesita comprender y actualizarse constantemente. Es crucial comprender el rol central que ocupan los docentes en la transformación digital y educativa de las universidades y la necesidad de afrontar las tendencias tecnológicas y pedagógicas con confianza si deseamos involucrarnos a la educación digital.
Por otro lado, el estudiante de hoy no busca una experiencia educativa tradicional de 8 horas al día durante 5 años ya que posee diferentes asistentes virtuales que resolverán sus dudas y la tarea será inspirarlos y guiarlos en su proceso de aprendizaje.
La eventual llegada de escenarios complejos como el FEN deben llevarnos a reflexionar sobre estos aspectos y parte de la solución podría estar en entender que la educación del futuro implica la adopción de estrategias para atender a la diversidad, incluyendo el denominado Diseño Universal de Aprendizaje (DUA) en las políticas educativas inclusivas en la educación básica y también en la superior.
El DUA permitirá diseñar recursos educativos pensados desde el principio para atender la variedad de estilos de aprendizaje de nuestros estudiantes y así mejorar la retención y la calidad educativa. El reto es grande, pero es responsabilidad de todos y todas asumirlo y seguir avanzando hacia una educación superior contemporánea aceptando los nuevos desafíos con entusiasmo y confianza.