Faltando menos de ocho meses para las elecciones presidenciales en EE.UU., se afianza la posibilidad de que Donald Trump obtenga un segundo mandato. De ser así, habrá cambios importantes en el mundo.
Ya los países de todo el planeta, las empresas multinacionales y los agentes económicos, están reajustando sus planes en base a dicho escenario. “America First” y “Make America Great Again” vuelven a ser los lemas de combate del rudo Trump.
Se espera un mayor proteccionismo para la economía estadounidense, lo que se traducirá en una guerra comercial intensa. Trump intentará resguardar a la industria local apelando a un pródigo mercantilismo, con subsidios a la industria interna e imponiendo tarifas altas a todas las importaciones. Su rival, China, estará en el centro de su atención.
Tal objetivo primordial de Trump ya probó ser contraproducente para los propios estadounidenses, cuando las importaciones de China quisieron ser limitadas en el 2018. Los importadores siguieron comprando y trasladaron el incremento tarifario a los mayoristas y empresas productoras, generando inflación interna y represalias de China que afectaron la economía de EE.UU. Esta vez puede suceder otro tanto.
La implicancia mayor de este proteccionismo y beligerancia comercial generalizada, será un menor crecimiento económico a escala ecuménica al experimentado en el periodo 2022-2023. Los países que basan su economía en la producción de minerales y la agroexportación, podrían sufrir por una menor demanda. La economía peruana podría padecer de ese “daño colateral”.
Otra línea del programa que implementaría Trump es un posible recorte de impuestos y un aumento de gastos en aras de ese proteccionismo citado y de mejoras en la infraestructura del país. Ya EE.UU. padece de una deuda pública gigantesca y seguiría incrementando su actual gran déficit fiscal. Ello debilitaría el mercado de sus bonos para financiarlo. Por ello, es dable presumir un resurgimiento de la inflación y gran volatilidad en el sistema financiero mundial dada la aún supremacía del dólar.
Trump, asimismo, pondría de lado la lucha contra el cambio climático, mientras destina más dinero en el desarrollo de proyectos estratégicos para producir materias primas, minerales raros, químicos, autos eléctricos y acero, en los que son deficitarios y dependen de otros países.
Trump asumiría su segundo mandato en un contexto distinto a cuando ganó su primera elección, ocho años atrás. Los trances geopolíticos son mayores actualmente. Tendría que desafiar más frontalmente a China país que, si bien ha reducido un tanto su crecimiento comparado a los que obtenía en décadas anteriores, sigue adquiriendo un poderío que, a largo plazo, podría superar a EE.UU. Obviamente, éste último hará todo lo posible para no perder la hegemonía mundial o, al menos, retrasar dicho evento.
Y no sólo es China su contrariedad. Países afines tampoco desean depender en demasía de EE.UU y China. Cada uno, en la medida de sus posibilidades busca protegerse, diversificando sus fuentes de abastecimiento y formando alianzas comerciales, tecnológicas, militares y políticas.
Europa sería dañada directa e indirectamente con una guerra comercial, pues es muy dependiente de ambos poderosos países en su comercio. Los países componentes del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) están fortaleciendo sus lazos, para enfrentar la anotada lid comercial EE.UU.-China. Más aún, ya se formó el BRICS+ habiéndose unido al grupo original Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.
Australia y el Reino Unido han hecho un pacto, llamado Aukus, de defensa y seguridad con EE.UU. Por su lado, Arabia Saudita, con sus colosales ingresos del petróleo, busca ser la potencia dominante en el Oriente Medio, siempre buscando autonomía en lo económico y lo político.
La estrategia proteccionista de Trump podría tener como consecuencia una menor inversión de EE.UU. en Sudamérica. El Perú podría ser una excepción, pues en la lucha hegemónica con China, parece obvio que no desea que su rival, vía inversiones, domine sectores estratégicos en nuestro país. El gobierno peruano debe utilizar a su favor esa disputa. ¿Sabrá gestionar tal oportunidad?
Hay otras medidas anunciadas por Trump que podrían tener efectos inciertos, al menos sobre la economía. 1) Enfrentar a los carteles de la droga en suelo estadounidense; 2) Resolver de inmediato la guerra Rusia-Ucrania, ello solo puede significar cortar toda ayuda a Ucrania; 3) Forzar a los miembros europeos de la OTAN a gastar más en defensa; 4) Restringir muy fuertemente la inmigración ilegal y legal.
No es despreciable considerar la personalidad de Trump, en los peligros que puede traer al mundo. Lo más obvio es su extravagancia narcisista. ¡Yo mismo soy! Pronto cumplirá 78 años y entiende que esta es su última oportunidad para ser audaz y pasar a la posteridad, tomando decisiones disruptivas ante situaciones complejas, sin medir todas las consecuencias.
Está meridianamente claro que con Donald Trump, nuevamente en la presidencia, la economía será mucho más incierta de lo que es actualmente. Sería importante que el gobierno peruano cree un grupo especializado, para prepararse a su entrada al poder y no actuar reactivamente, luego, frente a las medidas que Trump vaya tomando. De otro modo, como casi siempre estaremos pagando esa falencia, con la tuya y con la mía.
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