Profesor del MBA y de los Programas de Sostenibilidad de ESAN.
La electromovilidad ha experimentado un crecimiento significativo en el Perú en los últimos años. Un reciente informe de Superintendencia Nacional de Registros Públicos (SUNARP) revela que las ventas de vehículos eléctricos han aumentado en un rampante 84% en tan solo dos años. Asimismo, el año 2023 se registró la venta de 299 vehículos electrificados marcando con ello un aumento del 60,8% en comparación con 2022. Ahora bien, en cuanto a las opciones de vehículos electrificados, los híbridos convencionales claramente se alzan como los más populares, seguidos de los eléctricos puros y los híbridos enchufables. Al respecto, según la Asociación Automotriz del Perú (APP), se espera un crecimiento aún más progresivo de entre el 50% al 70% en las ventas de vehículos electrificados durante 2023 en comparación con el año anterior. No obstante, esto esta influenciado por el marco normativo, mismo que procedemos a abordar.
En el ámbito normativo, América Latina y el Caribe están en medio de una revolución en la regulación para la industria automotriz, en particular en lo que respecta a la electromovilidad. En el caso específico del Perú, los beneficios fiscales se otorgan a inversiones en estaciones de carga y mantenimiento de vehículos eléctricos, siempre y cuando representen más del 70% de los ingresos. Sin embargo, las propuestas previas que contemplaban exenciones de Impuesto a la Renta (IR) y tasas reducidas para vehículos eléctricos han sido objeto de cuestionamientos por su potencial impacto fiscal.
Adicionalmente, y a pesar de estos desafíos regulatorios, la economía peruana no ignora los beneficios de la electromovilidad. Por un lado, esta, según arguyen quienes sostienen la tesis del cambio climático antropogénico, permitiría una reducción de emisiones y consecuente contribución a la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI). Por otro lado, los menores costos de mantenimiento se presentan como ventajas clave para la economía y para los bolsillos de los consumidores. Cabe destacar que, con miras a transformar cerca de 10,000 vehículos en su primer año de implementación, el Ministerio de la Producción está trabajando en medidas que precisamente impulsen la adopción de vehículos eléctricos. No obstante, la infraestructura de recarga y la proporción en ventas siguen siendo desafíos por superar para un país geográficamente complejo como el Perú en comparación con sus vecinos, como Colombia.
Beneficios concretos de la electromovilidad
La adopción de la electromovilidad en el Perú promete un impacto significativo en la economía nacional como mencionamos previamente. Ciertamente, la reducción de las emisiones de CO2 es una de las ventajas desde una perspectiva climática considerando la tesis de impacto de este GEI en el calentamiento global. Pero si profundizamos aún más, es el menor costo de mantenimiento el otro factor atractivo para los consumidores. De hecho, se estima que el costo de un kilómetro en un vehículo eléctrico es aproximadamente la mitad del costo en uno de combustión.
Por otro lado, el potencial del mercado peruano para la electromovilidad es prometedor, aunque presenta ciertos desafíos. En este aspecto, el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través de su Plataforma de Electromovilidad, destaca la importancia de impulsar la transición hacia vehículos eléctricos para capitalizar sus beneficios. Si bien el Perú colabora con el BID para establecer directrices que fomenten la electromovilidad y la neutralidad de carbono, todavía existen, si ponderamos países como Colombia y Chile, tanto a nivel de términos de incentivos como de regulación. Pero es valido mencionar que existen barreras a dicho impulso eléctrico.
Electromovilidad en el Perú: ¿un futuro limitado?
No todo es un camino despejado para la electromovilidad en el Perú. La falta de innovación tecnológica, un mercado reducido y la carencia de infraestructura de recarga plantean interrogantes sobre su expansión a gran escala y desarrollo de su potencial. Además, los aspectos regulatorios que aún imponen barreras al desarrollo y la constante comparación con la asequibilidad de los combustibles fósiles, que se ajustan a la realidad local; todos estos factores agregan complejidad al panorama futuro de la electromovilidad en el país.
Otro tema que merece especial atención es el impacto laboral. Ello, porque la industria automotriz global se encuentra inmersa en una revolución tecnológica, lo cual trae consigo la necesidad de capacitar a los técnicos actuales para adaptarse a las nuevas tecnologías compuestas por vehículos híbridos y eléctricos. Y es que la falta de centros educativos certificados en temas de electromovilidad subraya la importancia de formar mecánicos especializados en este ámbito.
Como se ha podido ver, el potencial de la electromovilidad en el Perú ofrece oportunidades y un crecimiento constante en términos de la adopción de vehículos electrificados. En paralelo, existe una creciente conciencia de los beneficios medioambientales y económicos que esta innovación podría traer consigo. Sin embargo, a pesar de los desafíos regulatorios y técnicos, así como de la competencia con los combustibles fósiles; el Perú busca trazar su ruta hacia un futuro electromóvil. Considera que el mayor desafío en esta tarea está en propiciar una mayor colaboración concertada entre el gobierno, la industria y la sociedad. Por ello, la meta debe estar en superar los obstáculos mencionados para desbloquear todo el potencial de la electromovilidad.